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185 existieron un momento sin la gracia de Dios: aquéllos que, habiendo sido criados buenos, son malos , órecibieron ménos gracia del amor divino, que- los que perseveraron en ella; -Ó si la recibieron igual, cayeron unos por su depravada voluntad , y otros llegaron con la gra— cia dada á la plenitud de la bienaventuranza.» Lo mismo afirman to- dos los teólogos, siguiendo las huellas de este Santo y. de otros : todos reconocen en la naturaleza angélica los trámites de su glorificacion. Al salir estas criaturas eminentes de lás manos divinas, adornadas de to- das las gracias en el órden moral, y enriquecidas de dones riquísimos eri el natural, estaba enfrente de ellos aquel lema divino que nos dice á todos, que no será coronado, sino el que peleare segun las leyes (1). Todos entraron en pelea , y hubo un combate fiero, por haberse eri- gido en caudillo del mal uno de los príncipes más encumbrados de la naturaleza angélica, que negó obediencia á Dios, y contra el cual peleó con bizarría el resto de los ángeles, que no quisieron seguirle. Y ¿qué resultó de esa tentacion? Que Lucifer y sus ángeles fueron arrojados para siempre de la presencia de Dios, y se obstinaron para siempre en el mal , miéntras que, los que vencieron en la tentacion, entraron para siempre á gozar de Dios, y fueron confirmados en gra- cia, no pudiendo ya caer en pecado alguno. Esta es en epítome la historia de la santificacion y glorificacion de los ángeles; pero dista mucho de la de la Virgen. Sobrepuja la Virgen á los ángeles en este particular, cuanto sobresale en el alcázar del rey la hija 4 los criados. Y ni esta comparacion explica bien la diferencia, porque tambien los hijos de los reyes pueden caer en defectos graves, y áun ser infieles al«amor y respeto que deben á sus monarcas. Y de- bemos advertir , que sentimos la debilidad de nuestras fuerzas , para explicar nuestro pensamiento; pero bien sabe el Señor, que no que= remos ofender á su infinita sabiduría , al insinuar lo que tenemos que decir, para explicar la diferencia inmensa que hay entre los ángeles y la Virgen; nuestra locucion es una hipótesis de Ja imaginacion, al de- cir lo que vamos á decir , pues Dios es infalible en su presciencia, y llama las cosas que no son como las que son (2). Eran sacados de la nada los ángeles para ser ministros de Dios y criados de su alcázar soberano, pero no parece sino que Dios no se fiaba de ellos, y hacía experiencia de lo que eran, como si no lo supiese , no queriendo per- mitirles la entrada en los regios salones de su majestad infinita, si án- tes no le daban pruebas de su fidelidad. Pero la Virgen era criada para ser Señora de ese mismo alcázar divino, para ser Madre del Príncipe , de quien era ese palacio soberano , la Vírgen no necesitaba ser probada en su fidelidad , ni en su amor: Dios la veía y la veía (1) 2 Timot., cap. 2, v.5. (2) Rom. ,cap. 4, v. 17.

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