BCCPAM000542-2-34000000000000
179 gen , expresando la fe de toda la Iglesia (1). En esas frases sublimes encierra el santo Obispo los mótivos que tenemos para llamar á la Vir- gen , Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo; y despues de establecer estas verdades que elevan el espíritu; entra á pregonar otras que llenan de consuelo el corazon. El Santo recorre de nuevo con una rapidez llena de delicadeza y de fuego el campo de las bellezas de María; y como quien va á hablar más íntimamente con la Vírgen y dirigirse á su corazon amabilísimo , empieza su último pe- ríodo con una disyuntiva , como para decir, que de nada nos servi- rían á nosotros todas sus excelencias y prerogativas , si no las poseye- ra para ser nuestra Madre , nuestro consuelo, nuestra alegría, nues- tra esperanza, nuestro refugio, nuestra guía; nuestra estrella, nues- tro puerto , nuestras delicias, nuestro cielo. Y por cuanto María es todo eso, concluye su oracion como sigue: »Pero , óh purísima y dignísima de toda alabanza y de todo obse- quio, armario dedicado al Señor que excedes la condicion de todas las criaturas, tierra vírgen, campo noarado, vid floridísima, vaso de licor celestial, fuente de ricos manantiales, Virgen fecunda y Ma- dre virginal, tesoro escondido de riquezas y hermosura de la santidad; haz de tal manera, que por medio de tus oraciones, que tanto pue- den con el Señor Criador de todas las cosas, porque tú tienes con él autoridad de Madre, pues es tu Hijo, engendrado en tísin obra de varon, haz, repito, que las cosas eclesiásticas sean bien gobernadas, y tú misma las conduzcas á puerto seguro , y libres de las olas hin= chadas de las herejías y de los escándalos. Vestid ricamente á los sa- cerdotes, de justicia, y de la alegría de la fe probada, inmaculada y sincera. Dirige en estado próspero y tranquilo los celros de los Em- peradores cristianos, que prefieren á la púrpura, al oro, 4 las mar— garitas y demas piedras preciosas, el tenerte á tí por diadema y or— namento seguro de sus dominios. Sujeta á sus pies á las naciones in- fieles y bárbaras que blasfeman de tu nombre, y del de Dios, cuya Madre eres. Sed la protectora del ejército en tiempo de guerra, pues él siempre milita bajo de tu amparo, y.confirma al pueblo, para que, conforme Dioslo tiene mandado, persevere en el obsequio suave de la obediencia. Sed el muro inexpugnable de esta ciudad que te tiene 4 tí como á torre de refugio y cimiento que la sostiene (2). Preserva la (1) Con los mismos epítetos saludaba San Juan Crisóstomo á la Vír- gen en el siglo cuarto. Despues de decir que la Vírgen es lo más alto y sublime despues de Dios , la saluda diciéndola: «Dios te salve, madre, cielo, niña, virgen, trono, hermosura. gloria y alegría de nuestra Iglesia : ruega sin cesará tu Hijo nuestro Señor Jesucristo, para que al- cancemos sus promesas.» (Apud Methaphrastem.) (2) Esta oracion fué dicha en el templo de la Virgen llamado en Cal- coprados , que era un barrio de Constantivopla. Esta ciudad ha sido una
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz