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pan ct po po 164 que Dios deje de'amar á María , porque le ha dado' el sér humano; también lo e3 que María deje de amar á Dios, porque es cosa propia suya; es imposible que Dios deje de honrar 4 María , porque es infni - tamente justo yy no puede ménos de pagarla loque ella" ha hecho por su gloria; - tambien lo es que María dejé de proporcionar á Dios todo el bien posible , porque es Madre que lo ha engendrado en sus entra- ñas. Es pues elamor de Maria sobrenatural, porque proviene de una rracia sólo inferior 4 la de su Hijo, y es natural, porque 'se nutre en un Corazon de madre; es un amor libre, porque proviene de un alma spiritual; y es necesario, porque la naturaleza ha pp al: cora- zon de la Madre la ley de amar 4 su Hijo con una intensidad omnimo- da y eon una extension casi ¡ilímitada. Sin embargo de ser el amor de la Vírgen 4 sa Hijo' de un órden superior al de las demas madres , estuvo sujeto 4 las mismas leyes que rigen y gobiernan á las criaturas. Ese amor tuvo principio y fué ereciendo coa movimiento progresivo, y acrecentándose en st cora- zon, 4 medida que se iba prolongando la existencia y el trato íntimo y familiar de se Hijo con ella. Doce años habían trascurrido de este trato íntimo , y no parece sino que entónces rayaba ya el amor de la Madre en los límites de lo infinito. Por un designio admirable de la Sabiduria divina , el Niño se separa desu Madre, sé queda en Jeru- salén y se pierde por tres dias, sin poderlo encontrár por más diligen— cias que hace, para ver si estaba entre los parientes y conocidos. En esta escena compitieron en el corazon de la Madre el amor y el dolor; nadie puede decir hasta qué punto llegó el dolor, porque nadie puede comprender hasta dónde llegaba el amor. Sin embargo, la medida del wmor la hallarémos en la intensidad del: dolor, “y los quilates de éste en las palabras que salieron del corazon de la M wire al encontrarse con su Hijo. Fueron éstas admirables. La Madre dulcisima no pudo ménos de quejarse 4 sa Hijo, diciéndole con ternura estas: palabras: Hijo, ¡por quénos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscá- bamos llenos de dolor (1). Estas palabras significan mucho en el terreno del amor, y'el ha— bérselas dicho la Madre al Hijo, es lo bastante para comprender que provenían de un amor inefable, casi infinito. Porque la Virgen había pasado por trances muy amargos ántes de esa pérdida, y nunca ha- bía desplegado sus labios para quejarse; 4un en medio de ese ir y venir de tres dias y tres noches, no'salió de' aquel corazon una sola queja, ni hubo en sus labios sino palabras dulces, 'ó silencio no inte- rrumpido. Pero, al hallar á'su Hijo despues de tantas angustias , la maternidad ejerció sus derechos: María dijo á Dios, que era su Ma-

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