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157 Eterno, que engendra á su Hijo en la eternidad , y lo envía en el tiempo. Porque, es verdad que el .fin porque Dios envia á su Hijo, es para que sea del mundo, pues en el exceso de su amorse le dió, para que muriese por la salud de él, pero ántes que este Hijo de Dios sea del mundo, es de la Virgen, puesto que el Padre se lo da á ella para que lo conciba , lo engendre y lo dé á luz , y lo reciba y tenga como á cosa suya por derecho natural. Y en efecto, esta mision del Hijo do Dios es visible, y lo es precisamente por la naturaleza humana que toma en las entrañas de la Virgen. Hay , por consiguiente, desde en- tónces entre Dios y la Virgen las relaciones que se engendran entre quien da y quien recibe, las cuales siguen siempre la naturaleza del don que se hace, y de la persona que lo hace. El Padre Eterno da á María su propio Hijo; Maria lo recibe en su seno virginal; lo conci- be y lo engendra; y por una consecuencia imprescindible, viene Ma- ría á ser Hija del Eterno Padre , así como la princesa y áun la hija de la plebe, á-quien un gran Rey desposa con su hijo, es desde el dia del desposorio la hija del Rey. Pero si queremos rastrear siquiera lo sublime é inefable de la elevacion de la Virgen , es necesario examinar el modo como se unen simultáneamente la generacion eterna en el seno del Padre, y la tem- poral en el de María , en el momento en que el Hijo de Dios se hace hombre. En la generacion temporal del Verbo eterno se unió la na- turaleza divina 4 la humana , faltándole á ésta en su órden lo que ne- cesariamente le había de faltar, para que el Hijo de la Virgen fuese Hijo de Dios, Toda naturaleza individual termina , y tiene sn com- plemento en la personalidad; de tal manera, que cada individuo de una naturaleza constituye un sér, que puede comunicar su propia naturaleza á cuantos séres procedan de él por la generacion, mas nunca sn personalidad. Pero en la union de las dos naturalezas, divi- na y humana , de Jesucristo , una de éstas tenía que perder su últi- mo complemento : y es muy óbvio comprender, que la que tenia que sufrir esta privación, era la naturaleza humana, por la sencillisima razon de ponerse en contacto con la divina, en la cual todo es infini- to. «El poder de la persona divina, dice Santo Tomas, es infinito y no puede limitarse (1). Por consiguiente, al unirse el cuerpo y el alma de Jesucristo en el seno virginal de su Madre, el resultado natural de esta union tenía que ser la terminacion de la naturaleza humana en la nueya personalidad de su Hijo; pero en ese mismo instante el Hijo Dios se unía 4 esa alma y á ese cuerpo, y como su persona es infini- ta, tenía que terminar en ella misma la naturaleza humana, asi como termina la divina (2). Y de ahi resulta que en el mismo instan (MM Sum., 3.* part. , quest. 3, art.7, Respond. (2) Comoes tanta la sublimidad de las cosas divinas, no podemos

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