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154 entidad intrínseca de las cosas divinas, que.es siempre infinitamente mayor que la de las humanas, en el modo tan solo de verificarse esta generacion, nuestro modo de entender las cosas se encuentra parali- zado y sorprendido. «Porque desde que nosotros empezamos á com- prender , vemos que toda accion humana depende de tres instantes, uno que pasa , otro que se posee y otro que se espera. Cada uno de estos instantes tiene una propiedad esencial 4 su misma complexion: el primero fué nuestro ,*y no lo es porque pasó; el segundo es nues- tro por un solo instante y al siguiente no lo será, porque apénas lo hemos tenido cuando ha pasado; y en cuanto al tercero, debemos de- cir que no pertenece al número de las cosas que se tienen, sino al de las que se esperan. Siendo esta la naturaleza del tiempo, y atempe- rándose esencialmente á ella las criaturas para sus actos, es evidente que no hay analogía ni ménos asimilacion entre los actos de la hatu= raleza creada y. los de la increada, y por consiguiente , jamás podrá aquélla comprender á ésta. Sin embargo, es preciso tener presente, que cuando la criatura acciona, está en el instante presente; y asi como Dios concurre con ella á la accion como Criador y Conservador, asi tambien puede suceder que por una gracia especial y singularisi- ma, Dios eleve á una criatura racional á* que tome parte en glguno de:sus actos; y: una vez elevada esa criatura á tan alta y sublime cooperacion, segun sea la naturáleza de ésta, así será la dignidad im- perecedera de esa criatura. Porque , el instante en que el acto se ve- rificó , pasará respecto de la criatura; pero en primer lugar , no po- drá pasar respecto de Dios, para quien no hay los tres modos de tiempo que miden las acciones de las criaturas; y en segundo, la en- tidad moral de la accion no pasará tampoco para la criatura racional, así como no se borraría jamás el reato de la eulpa una vez cometida, si Dios no fuese infinito en misericordia, y así como no desaparece jamás el mérito de una obra buena, hecha por el movimiento de la gracia divina. is este el caso en que se encuentra la Virgen María, por haber sido elevada por Dios á concurrir de un modo admirable -é incom- prensible á la generacion del Verbo, cuando llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió á su Hijo al mundo: pues entónces se unió el instante en que la Virgen engendró temporalmente en su seno al Verbo divino, con aquel siempre presente, siempre el mismo, en el cual su Padre lo engendraba igual á sí, consubstancial , inmeñso, eterno, omnipotente é infinito. El Discípulo amado nos explica admirablemente esta elevacion de la Virgen , sin por tanto nombrarla : el primer capitulo de su Evan- gelio parece dedicado á la Madre de Dios , pues en sus cuatro prime= ros versiculos se trata del instante eterno de la generacion del Verbo en el seno del Padre, y en seguida del temporal de la misma en el
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