BCCPAM000542-2-34000000000000
153 se.tiene. Miéntras esta concepcion esté en el entendimiento , se llama la palabra del corazon, mas si se exprime con la voz, se llamará pa- labra del corazon significada con la voz (1) Es muy débil la luz que presta la contemplacion de lo que vemos que sucede en las operaciones de nuestro entendimiento, para poder siquiera rastrear las de la naturaleza divina. Debemos sin embargo conocer , y en efecto, conocemos que las operaciones de la natura= leza divina , que es espiritual y simplicísima , como dice el Santo Doc- tor, no se: han de entender al modo de las criaturas ínfimas , cuales son las corporales , sino al modo de las supremas , que son las sus= tancias intelectuales, pensando además, que áun la semejanza tomada de estas, dista mucho de ser suficiente para la representacion de las cosas divinas (2). Heniwos de prescindir por tanto de intentar com- prender lo que es incomprensible , y atenernos á llevar en la mano la antorcha de la fe, creyendo firmemente lo que Dios nos ha revela- do, y adorándolo con la más profunda humildad. Hacemos aquí esta confesion de nuestra fe, porque la creemos necesaria, al tener que tratar de las relaciones íntimas que la Virgen contrae con Dios Padre como Hija ; porque están estas relaciones en- lazadas con la generacion eterna del Verbo divino por el Padre, y es preciso confesar, que si es incomprensible cuanto atañe á la gene- racion eterna en el seno del Padre, no lo es ménos el modo como una Virgen concurre en el tiempo , simultáneamente con el Padre, á esa generacion , para hacer que el Hijó de Dios sea tambien Hijo su- yo, y adquiera ella desde ese momento un dictado, en el cual nadie puede participar, cual es el ser con toda verdad y realidad la Hija del Eterno Padre. No hay que intentar comprender ese misterio de la maternidad divina: pero no hay cuidado que la razon humana én- cuentre en ello contradiccion 6 imposibilidad , pues léjos de ello , verá que hay.en todo una armonía celestial, que enamora al alma y la eleva al cielo. Para ocuparse en el exámen de las bellezas de la Vír- gen, es preciso tener mucha fe, mucha humildad, mucho amor de su Hijo , y entónces se va internando el entendimiento en horizontes de luz tan vastos y deliciosos , que siendo uno morador de la tierra, se reputa ya por habitante del cielo. Tanta es la dicha del que cree, del que cree-con humildad , del que ama ála Virgen y contempla su corazon puro, sus inefables bellezas morales que tiene como Virgen y Madre de Dios. Hemos dicho, que hay en Dios Padre un acto inmanente, eterno é infinito; y es el de la generacion del Verbo: este acto es de tanta duracion como la eternidad ; y es de tal naturaleza , que aparte de la (41) Div. Thom., 1.*p., ques. 27 ,ar.1. (2) Ibid.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz