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145 Vírgen perpétua , tu palabra va ey ese momento á abrir o cerrar el cielo (1). " Este mismo pensamiento, explicado de diferentes modos, ha ve- nido siendo como el alma de cuanto han dicho de la Virgen los demas Padres y escritores, que han tratado directa ó indirectamente de lo que es esta Señora con relacion á Dios. Todos la han llamado purísima, santísima , inmaculadísima, cooperadora de Dios, reparadora del mun- 0, coredentora del hombre, espejo de la naturaleza divina, aurora de la gracia, sol de las virtudes, causa de la manifestacion de Dios á los hombres, camino del cielo y vida de los escogidos (2). Pero en medio de las muchas alabanzas que todos dan á la Virgen, se echa de ver la gran dificultad que sienten para explicarlas. ¿Qué nombre te darémos, dice uno de estos santos escritores (5)?¿Virgen, 6 Madre? ¿Esposa,-ó fecundada? ¿Tálamo, ó cordera? ¿Templo santo, ó altar? ¿ Trono de querubin, ó trono real? ¿Huerto, ó paraiso?¿Monte no subido, ó abismo inescrutable ? ¿ Altura mayor que el cielo, ó profundidad más honda que el abismo? ¿Fuente de incorrupcion, ó piélago de inmortalidad ? ¿Arca que se salva del diluvio, ó nave cargada de las riquezas, de la caridad de Dios hácia los hombres? ¿Cómo te llamarémos ? ¿ Dirémos que eres Maire de Dios, 6 que contienesá Dios? ¿Anunciarémos de ti que estás grávida de Dios, 6 desposada con Dios; cubierta de Dios, 6 adornada de Dios; que llevas á Dios, ó lo contienes dentro de ti?» Concluirémos, por tanto , esta materia sublime en demasía, con- fesando nuestra insuficiencia para explicar lo que es la Virgen por la semejanza que tiene con Dios en sus virtudes. Una sola cosa dirémos siempre , y la repetirémos, siguiendo la enseñanza de los Padres y de la Iglesia , y es que por esta semejanza cautivó 4 la misma hermosu= ra infinita, quien la hizo sie ciudad , en la cual fijó su morada para sujetar desde allí 4 nuestro enemigo (4); puerta santísima , por la (1) Serm. de Nativit. Domini. (2) El B. Alberto Magno argumenta de este modo: «Lo que es causa de una causa, es causa de lo que procede de ésta. La Vírgen es causa del Hijo, y el Hijo lo es de todo bien y toda la misericordia; luego la »Madre es la causa de toda la misericordia. Cristo atribuía todas sus obras á su Padre, de quien procede: luego »tambien á la Madre, de quien procede, se han de atribuir todas las Operaciones que le convienen en razon de ser hombre, así como se atribuyen al Padre las que le convienen en razon de la naturaleza di- »vina. Es así que Cristo se nos dió en la naturaleza humana, al efecto de darnos su misericordia , razon por que se atribuye á la Virgen Bea- »tísima el efecto sumo de la misericordia ; luego es María la que verda- deramente nos dió toda la misericordia que nos mostró el Hijo, pues »ella lo engendró, y en él todas las cosas.» (Albert. Magn. super Mis- sus est.) (3) Theodor. Moneremita, Serm. de Annantiat., núm. 45. (4) Psalm. 84, v. 2. 10

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