BCCPAM000542-2-34000000000000
135 te por la fecundidad del parto, con los portentos de aquélla que con- cibió y parió siendo siempre Virgen? Ella, que no sólo produjo for y fruto como la antigua vara, ni dió algun manantial deleznable é in— animado como el peñon del desierto , sino que nos dió 4 Dios mismo hecho hombre; ella, que no sólo no se consumió en el fuego, sino que se volvió divina, siendo así que no la rodeó una llama material, como á los tres mancebos del horno babilónico, sino que se veía en— vuelta por el fuego abrasador del mismo Dios, y esto, no por fuera ni por unos instantes como la zarza, sino por dentro y por un tiempo ilimitado; ella, que no sólo recibió impresiones del dedo de Dios como las tablas de la ley, sino que tuvo la gloria de que el Verbo. divino tuviese la misma sustancia que ella, y uniese á su persona hipostáti- camente lo que tomaba de ella, ¿podrá compararse con los portentos antiguos?» Antes que este bellísimo cuadro recibiese el soplo de Dios y tu= viese vida , no había posibilidad de comparar; eran estas bellezas mo- rales como un libro sellado, ó como una página llena de brillantes geroglificos , formados de oro y de colores que deslumbran, pero que nadie entiende, sino quien los formó. Los profetas mismos, que eran entre los creyentes los que con vista más perspicaz dirigían al porve- nir sus miradas, se veían abrumados por lo estupendo de las maravi- llas que anunciaban, y veían, y saludaban de léjos. Y como sabían que, áun haciendo esfuerzos de gigantes, no podrían jamás llegar á expli- ear lo que había de ser la Vírgen prometida , la delineaban con sím- bolos y sombras, para ver si por algun medio llegaban 4 dar una idea, aunque fuese oscura, de sus grandezas. Poco podían hacer, sin em- bargo, pues tan sólo el prodigio de la virginidad junto con la mater- nidad, parangonado con los portentos que lo simbolizaban , es como la verdad y el tipo, el cuerpo y la sombra, y la realidad y el sueño. No sucedería así desde el punto que tuviese vida la heroina contenida en el gran cuadro, envuelta entre mil sombras; su grandeza moral no podía esconderse ya á los ojos de los hombres, y todos conocerían la realidad de tantas y tan portenlosas figuras. Y en efecto, todas aquellas cosas, dice tambien el bienaventura—= do Juan Geómetra (1), prefignraban á la Virgen, y todos creen que ha sido significada en aquellos símbolos , y todos unánimes la llaman : mar dividido y juntado; puerta abierta y á la vez cerrada ; horno ba- (4) Es de notarse que el B. Juan Geómetra es escritor del siglo IX úÚX, y que no hace más que referir el sentir nniversal de los fieles ins- truidos porlos Santos Padres. Ésto prueba hasta la evidencia lo errados que están los protestantes, que han echado en cara á la Iglesia católica que todos esos elogios que da á la Virgen son cosas modernas, no cono- cidas de los Padres de los primeros siglos.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz