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123 2. IV. Ezequiel. Réstanos hablar de la última profecía , relativa á la maternidad y virginidad dela Madre de Dios, lo que será el corolario de esta materia, que tantos encantos tiene para el corazon que rebosa en fe y en amor. Pero no pertenece esta profecía al género de las última— mente explicadas, en las cuales se dice con toda claridad , que una Virgen había de parir, que una hembra había de rodear en su seno al varon , y que los males de Israel concluirían cuando pariese la que había de parir. La profecía de que nos resta hablar, pertenece á las alegorías y símbolos; pero ella sola, por medio de las figuras, dice con mayor extension cuanto entraña la maternidad divina de la Vír- gen , así como su virginidad perpétua: Es la más recóndita de todas, como que fué pronunciada por Ezequiel, llamado por San Jeróni- mo, el Océano de las Escrituras, y el laberinto de los misterios de Dios (1). Mas en sus locueiones misteriosas aparece una verdad más brillante que el sol, María siempre Virgen. El profeta Ezequiel fué el hombre de las visiones, pues entre lo- dos los que anunciaron por inspiracion de Dios los eventos futuros, se distinguió él por la grandeza de las cosas que vió, y por el modo es- pecial con que Dios mismo se las manifestó. Una de los mayores vi- siones que tuvo, fué la del templo de Jerusalen , que él no podía exa- minar , por haberlo destruido los Caldeos ; describió su área , sus COn- tornos, sus muros , sus cámaras sacerdotales , sus pórticos , sus átrios, sus naves, sus tesorerías , su altar de holocaustos, el del incienso, el santuario y el lugar del propiciatorio. Describió tambien sus puer- tas, señalando cuáles eran las del pueblo, cuáles las de los sacerdo- tes, y cuál la del príncipe; era ésta la que miraba al Oriente, y nin— guna era tan santa como ella por lo que en ella pasó. Colocó Dios al Profeta cerca de esta puerta , y apénas había llegado á ella , se pre- sentó el mismo Señor lleno de gloria y majestad , llevándolo los Que- des; lo que quiere decir: Los Druidas, á la Virgen que ha de parir siendo Virgen. Y en efecto , Elías Schedio (de Diis Germanis, cap. 13), dice que los galos adoraban en los retretes más ocultos de sus templos á la diosa Isis, que era una personificacion de la vírgen, de cuyo seno saldría un niño, quedando ella vírgen. Esta noticia pudo llegar á- los Druidas, así como las demas tradiciones universales; y comio el portento era tan grande por una parte, y por otra los hombres, obcecados en la idolatría, rendían culto divino á cuanto se les presentaba como extraordinario, de ahí es, que la virgen de aquel prodigio fué tenida por diosa, y adorada como tal. (1) In cap. 47 Ezech.
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