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5 Ñ 1 AUAMEE Be MEPURAC RD A 118 al varon por excelencia. «Aquí, dice , se echa de ver la longitud abre- viada, la anchura estrechada, la elevacion aplanada, la profundidad allanada; aquí se advierte la luz que no luce , el agua que tiene sed, el pan que sufre hambre , el Verbo niño.» Muy nuevo y muy grande es todo esto, y sin embargo, aún sorprende más lo que el Santo Doctor va diciendo. «Detengamos en esto la atencion, continúa el Santo, y advirtamos que el poder es gobernado, la sabiduría enseñá- da , la virtud es sustentada , el que sostieneá los ángeles es amaman- tado , el que consuela á los miserables, da vagidos, la alegría entris- teciéndose , la confianza temiendo, la salud padeciendo, la fortaleza debilitándose , y la vida muriendo. Este nacimiento convenía á Dios, no pudiendo verificarse sino en una Virgen; y semejante parto sólo convenía á una Virgen , pues no podía ellaménos de parir á Dios (1). » Por ser este portento tan nuevo y tan inefable , dijo Dios por el profeta Aggeo, que al ejecutarlo iba á hacer cosas grandes y admi- rables, poniendo en movimiento los cielos y la tierra. Todavía falta un poco, decía el Señor, y yo conmoveré el cielo , y la tierra, y el mar, y lodo el universo, y vendrá el Deseado de todas las gentes (2). Todo se conmovió en efecto al bajar el Hijo de Dios al seno de una Virgen para hacerse Hijo suyo. Lo ménos de todo, que habría que ad- vertir en esta conmocion, sería el movimiento súbito de los ánimos, y el estupor, que hirió los corazones de muchos hombres (5) en esa (1) Homil. 2, sup. Missus est. (2) Agg., cap. 2,v.7 y 8. (3) En medio de tantas ideas falsas y supersticiosas como tenían los romanos en tiempo del paganismo , existían ciertas noticias sobre co- sas venideras, que tenían en suspenso los ánimos. Unas de estas eran los oráculos de las Sibilas, que anunciaban cambios radicales en la hu- manidad y en sus repúblicas; y ora fuese en fuerza de esos práculos,. ora tambien á consecuencia de ser conocidos de todos los sabios las li- bros sagrados, desde que se hizo la traduccion de los Setenta, lo cierto es, que en los tiempos de ndo prevalecía entre los romanos una opinion, y era, como afirma Tácito (lib. 12), que entre los escritos anti- guos de los sacerdotes había:unos vaticinios, que decían que en aquellos tiempos la gente del oriente se había de robustecer, y que gente salida de la Judea había de obtener el gobierno del mundo. La adulacion , que obceca aun á hombres tan sabios como lo era Tácito, adjudicó este va- ticinio á Tito y Vespasiano. Pero algo más que esto encerraba el orácu- lo, pues afirma Suetonio (ín August., cap. 94), que en Roma había ocurrido un gran prodigio, por el cual se haría saber al pueblo romano, que la naturaieza iba á dar á luz un. rey que lo había de gobernar. Y fué tanto el terror que se apoderó del Senado, que dispuso que á ningun niño nacido en el año del prodigio, esto es, cuarenta años ántes que naciese Cristo, se le dejase con vida. Todo esto dice Suetonio. El terror del Senado hizo en Roma, lo que el terror de Herodes hizo cuarenta años despues en Belen y en sus eonfines.
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