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115 No encerró el profeta sus descripciones en sola la maternidad de María , pues tambien vió con toda claridad .el modo ndmirable de la union de su fecundidad divina con la virginidad , señalando esto como un portento de los mayores que ha obrado el poder divino, y como un signo cierto de que se acercaría , al cumplirse , el tiempo de la libertad de lsrael y de la destruccion de sus enemigos. Muy críticas y muy solemnes fueron las circunstancias , en que Isaías habló de la virginidad de la Madre del Mesías , y parecen escogidas por la sa= pientísima providencia de Dios, para que hiciesen honda impresion en el corazon del monarca, de sus cortesanos y del pueblo ante quienes las pronunciaba. En momentos aciagos, que se presentaban para la corte de Judá, por no decir supremos, por encontrarse Jerusalen si- tiada por los ejércitos de dos reyes for -midables, el Profeta sale pú- ablicamente al encuentro del monarca gerosolimitano, á anunciarle de parte de Dios, que la metrópoli no había de ser tomada; y para que comprenda que así es , le dice de parte de Dios, que como prueba de.su asercion , pida el portento que le parezca , pues Dios está dis- puesto á hacerlo , ora lo pida para lo más alto de-los cielos, ora para lo más profundo de los abismos. Pero el Rey impío, que tantas veces había tentado á Dios, provocando sus iras con sus desarreglos , ahora se obstina, y responde que no quiere pedir nada, ni pretende tentar á Dios (1). Mucha fué la altanería y pertinacia de este Rey, pero fué ella la ocasion elegida por el cielo, para que el Profeta publicase sus orácu- los sobre la Virgen de Israel. El Profeta inspirado rompe entónces su silencio, y lleno del Espíritu de Dios, empezóá hablar así: O1ga, oiga pues la casa de David. ¡Cómo! ¿Os parece poco, por ventura, el ser molestos á los hombres , cuyas amonestaciones, CUYOS CONSEJOS Y CU- yas profecías despreciais, sino que tambien lo. sois Á mi Dios, de cuya veracidad dudais , y cuto poder mirais con desconfianza? Sa- bed entre tanto, que si bien vosotros os mostrais infieles al Señor, no lo será él á las palabras que tiene dadas. Por lo cual el mismo Se- ñor os dará una señal. Hé aquí que una Virgen concebirá , y parirá wn Hijo, y será éste llamado Emanuel (2). Bien puede decirse que es este el gran vaticinio de Isaías , al cnal convergen todos los demas: aquella alegría general que ha de reinar en la tierra, semejante á la de los que yen acopiarse en sus eras las doradas mieses, y al regocijo que tienen los vencedores al repartirse »dió con Jesucristo, que en el patíbulo de la cruz no se evaporó, ni se »marchitó , con la lanzada se coloreó de nuevo esta flor, flor eterna, que »1o sabe lo que es morir, y exhaló para yo muertos el don de la vida «pterna.» (Lib. 2, de Spiritu Sanct., cap. | (4) Jsai., cap. 7,v. 41,42. (2) 1. .113 ,,14.

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