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114 de la Iglesia. No era esa flor un profeta ó un justo, como los que se verían hasta entónces, pues no vería las cosas como las ven los de- mas hombres , ni necesitaría de relaciones ajenas para saber quién era cada cual, porque tendría una vista y una penetracion superiores á las de todoslos hombres , que juzgan de las cosas y de las perso- nas por lo que ven y por lo que oyen. No juzgará, dice el profeta , segun vista de ojos, ni argilirá por oidas; sino que juzgará á los po- bres en justicia y reprenderá con equidad en defensa de los mansos de la tierra. Con el espírilu de sus labios matará al impío, y la jus- ticia será cíngulo de sus riñones , y la fidelidad y verdad ceñidor de sus lomos (1). En vista de tan pomposos y magníficos elogios, como el profeta da á la flor que ha de germinar de la vara de Jesé ,es más claro que la luz del día, que está hablando del Mesías esperado ; mas, para que nadie pueda dudarlo, nose contenta con describir sus dotes propios de la naturaleza divina, sino que pasa á hacer tambien una relacion de los efectos asombrosos que su aparicion ha de causar en la huma- nidad. Habla el profeta de los cambios , que la gracia divina ha de producir en los hombres , y continuando su magnífica alegoría , dice estas palabras : Habitará el lobo con el cordero , y el pardo se acos- tará con el cabrito ; el becerro y el leon y las ovejas andarán juntos, y un niño pequeñito los conducirá. El becerro y el oso pastarán jun- los , y Sus crías reposarán juntas, y el leon comerá paja como el buey. El niño de tela se divertirá sobre la cueva del áspid, y el deste- tado meterá la mano en la caverna del basilisco ; no delata ni ma- tarán en todo mi monte santo, porque la tierra está llena de la cien- cia del Señor, así como si la cubrieran las aguas del mar (2). Vese por tanto en esta profecía descrito el oficio del Hijo de María, que era em- balsamar el mundo con los aromas de todas las virtudes, para que las almas, enamoradas de tanta suavidad, se apresurasen á correr detrás de él; pero entre tanto, el profeta no dice explícitamente lo que es el Hijo, sin afirmar implícitamente lo que ha de ser la vara que produjo esta flor (3). 4) Isai., cap. 11,v.3,4,5. 2) Ibid., cap 114,v.6,7,8,09. (3) Con mucha precision compendia todo esto $. Ambrosio en la si- guiente frase : «La raíz, dice, es la familia de los judíos; la vara, Ma- »ría; la flor de María, Cristo; quien borró el hedor del cultivo munda- no, é infundió el olor de la vida eterna. » (Lib. de Benedict. Patriarch., cap. 4). Con la misma elegancia dice este Padre lo siguiente: «La vara »es María, y su flor es Cristo, quien dice de sí mismo: Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles; la flor conserva su olor, aunque la corten; lo aumenta si la ajan, y-no lo pierde aunque la arranquen. Y así suce-

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