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115 que más parecía un historiador de las cosas pasadas, que un vatici- nador de las venideras. Este hombre inspirado vió las bellezas inefa- bles de la Madre del Mesías; y no se contentó con describirla, pre- sentándola como nubecita ligera y encantadora por las luces que la rodean, sirviendo de carroza al Señor para que bajase á Egipto, y á su aparicion temblasen los cimientos de su idolatría (1), sino que describió su oríundez , su maternidad , su virginidad ántes del parto, su virginidad en el parto, su gloria y su hermosura, no faltándole más que decir el nombre con la misma claridad que el de su Hijo. El primer anuncio que Isaías dió á su pueblo sobre lo que sería la Vírgen de Israel , es claro como la luz del dia. Saldrá, dice, una vara de la raíz de Jesé, y de su raíz subirá una flor (2). En esta sublime metáfora encierra el Profeta dos séres, significados en las palabras vara y flor, que salen de una misma raíz ; pero hay que ad- vertir, que el vástago ha sido engendrado y engendra ; mas la flor es engendrada del vástago y no engendra-, no siendo ese el oficio que la naturaleza ha dadoá la flor, miéntras no sea más que flor. La flor, que tenía que brotar de la vara de Jesé, era el complemento de todas las generaciones , que habían venido sucediéndose desde Adan has- ta Noé , desde Noé hasta Abraham, desde Abraham hasta David, y desde David hasta el Ungido del Señor. Una vez engendrado el que había de establecer el reino eterno, el árbol de tan magnífica ge- nealogía estaba acabado: su raíz era Adan; su tronco eran los Patriar- cas; sus ramas, los capitanes y reyes ilustres de la casa de David; su último retoño era la Madre del Mesías; y la flor que lo coronaba, y había de ser siempre flor embalsamadora era el mismo Mesías, el cual había dicho de sí por los profetas, que era la flor de los campos y el lirio de los valles; ego flos campt et lilium convallium (5). Muy claro está que el profeta Isaías designó á la Vírgen María en el nombre que la dió de vara de Jesé , pues designó con la misma claridad á Jesucristo, en la flor que nacería de ella. ¿Qué dice en efecto de esta flor? Sobre esta flor, dice, reposará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de entendimiento , espíritu de consejo y de fortaleza , espíritu de ciencia y de piedad (4). Podría por un momento dudarse , de si sería esa flor una de tantas almas santas como había habido en el seno de la nacion escogida , un hombre san- to , un gran profeta; pero el vate inspirado completa su cuadro des- criptivo con decir, que era esa flor la esencia de todas las flores de virtud , la plenitud de la santidad, de cuya superabundancia habían de recibir su aroma todas las flores místicas que hubiese en el jardin 1) Isai., cap. 19, v. 1. (3) Cant. , Cap. 2,v. 1. 2) Jd., cap. 11,v.1. (4) Isai., cap. 11, v. 2. 8 rm

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