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111 Que éstas sean profecías relativas á la Virgen, expresadas por locuciones figuradas , es tan cierto que, como afirma San Juan Da- masceno (1) , no se puede poner en claro lo que contienen los vati- cinios sinibolizados en cosas materiales por los profetas , si no confe- samos que se refieren á la Virgen María. Pero, para que esto se com- prenda de una vez, baste leer la tierna deprecacion de San Teodoro Ettudita, en la cual compendia los símbolos proféticos que explican las excelencias de la Madre de Dios. «Dios te salve , la dice, escala ex- tendida del cielo á la tierra, como la vió Jácob ; Dios te salve, admi= rable zarza, no quemada por el fuego , como Dios lo mostró á Moi= ses ; Dios te salve, vellocino repleto, del cual descendió el rocío ce= lestial, como vió Gedeon ; Dios te salve, ciudad del gran Rey, en- salzada por los principes, y delineada por el gran cantor David ; Dios te salve, mística Belen, casa de Efratá , de la cual salió el Rey de la gloria para ser Principe de Israel, cuya salida es desde el prin- cipio de los siglos, como habla Miqueas; Dios te salve, monte virgi- nal frondoso y umbroso , del cual salió el Santo de Israel, como Ha- bacuc, inspirado por Dios , lo afirmó; Dios te salve, lámpara de oro, de la cual procedió la inaccesible luz divina, para alumbrar á los que estaban sentados en tinieblas y sombra de muerte, como dijo Za- carías ; Dios te salve, propiciatorio universal de los mortales , por el cual de Oriente 4 Poniente , y en todo pueblo y nacion, es glorifica= do el nómbre divino, como atestigua el Santísimo Malaquías ; Dios te salve, nieblecita de la ley, en la cual Dios se sentó como canta Isaías ; Dios te salve, libro nuevo y sagrado de los mandamientos de Dios , ley de la gracia, por la cual se nos descubren los mandamien— tos celestiales , como afirma Jeremías; Dios te salve, puerta cerrada, por la cual entró, sin abrirla, el Dios de Israel , como lo dice el gran *contemplador de la Divinidad , Ezequiel; Dios te salve , elevado mon- te , del cual se desprendió la piedrecita que cubriría la tierra, como dijo el sublimísimo teólogo Daniel (2). Cosas verdaderamente grandes y maravillosas anunciaban estas profecías , las cuales era dificil que llegasen á comprenderse si no se ponía en contacto lo que Dios dijo al principio al hombre decaido , con lo que más tarde anunciaban de su parte los hombres inspirados. La promesa de Dios era clara y terminante, y aseguraba la existencia de una mujer, entre la cual y la serpiente habría para siempre una ene- mistad irreconciliable ; pero no había de ser esta enemistad un odio que se contentase con mirarse estos dos séres mútuamente con ho- rror, sino que se había de pasar á vías de hecho, trabándose entre 1) Orat. 1, in Deipar. dormit, 2) 1d. ibid., n. 4.

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