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95 patria estando léjos de ella, es preciso andar ántes el camino. Y ni los mismos ángeles han estado exceptuados de esta regla; fueron es- tos Griados en gracia santificante, mas no fueron confirmados en ella sino despues de haber sido probados, lo que explica San Agustin con estas palabras: «Se ha de creer que los ángeles no existieron un: mo- mento sin la gracia de Dios; los que habiendo sido criados buenos. son malos, ó recibieron menos gracia del amor divino que los. que perseveraron en ella, ó si la recibieron igual, cayeron unos por:su depravada voluntad, y otros llegaron con la gracia dada á la plenitud de la bienaventuranza , de la cual teuían ciencia cierta que jamás ha- bían de decaer (1).» Otro tanto enseña San Gregorio Magno, expli- cando aún mas gráficamente, si cabe, el modo como los ángeles fueron coronados de la impecabilidad. «Cuando la naturaleza angéli- ca fue criada, dice, se la dió el don de elegir, si quería. persistir en la humildad y permanecer en la presencia del Dios omnipotente, ó si quería caer en la soberbia, y no tener parte en la bienaventuranza. Y como cayendo otros , los ángeles santos permanecieron. en la bien= aventuranza, recibieron la recompensa de no poder decaer jamás de ella (2). Es esta una ley universal, necesaria en la economía divina, para poner en armonía la misericordia y la justicia, salvando «al mismo tiempo los fueros de la libertad natural del hombre y del ángel, 4 los cuales Dios exige amor, gratitud y reconocimiento , no queriendo darles la corona inmarcesible sin que ellos cooperen libre y espontá— neamenteá los auxilios de su gracia, y con ella y+sus buenas . obras adquieran un derecho á la gloria. Pero si esta ley comprende á todos, había +una especial y singular en la mente divina, que regulaba la existencia de María de un modo distinto de los demas. Para María no hay prueba ni tentacion , porque está destinada á vivir en un con- sorcio con Dios, superior al de los mismos ángeles. El primer mo- mento de su existencia es de gracia y santidad., y en ese mismo mo- mento es confirmada en la misma gracia , recibiendo el don de la i¡m- pecabilidad , que es no sólo el efecto de una gracia singular concedida sólo 4 María, sino tambien el resultado del conocimiento sublime que tiene de las perfecciones divinas, en cuyo amor fija ella su cora- zon de una manera irrevocable, entrando sin embargo-enel mundo para combatircon él, como todos los que pelean, para ganar la corona; la corona , que era ya suya en fuerza de su predestinación, pues con sólo decir aquellas palabras, Aquí está la esclava del Señor ; hágase en mí.segun tu palabra, había de merecer más que todos los ánge- les juntos. 1) Lib. 12, de Civit: Dei, cap. 9.+ (2) Hom. Tin Ezechial. ( P )
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