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llorando con el frio y el hambre, y creciendo poco 4 poco, hasta llegar4 ser varon perfecto. Yen todo esto no es me~ nos admirable la gradacion progresiva y paulatina, por don- de el nifio: Dios va pasando de la nifiez 41a puericia , de la puericia 4 la juventud, y de esta 4 la mocedad y 4 la edad viril, que los resultados de estas transiciones; pues se diria que es este el medio que adopta, para ir insinudndose en el corazon de su Madre, empezando 4 amarla en Ja naturaleza humana, asi como nosotros amamos 4 las nuestras, sintien- do los favores que recibia de ella, como nosotros los senti-~ mos, y desenvolviéndose este amor, 4 medida que los carifios de aquella se aumentaban. ;Quién no se eleva shasta el cielo al contemplar tanta humillacion de Dios? Todos los atributos de la naturaleza divina estan en Jesus, siendo todos eternos é infinitos; sin embargo, la sabiduria eterna que hay en él, va al parecer descubriéndose por grados, como dice San Am- brosio; parece que crece y se aumenta 4 medida que adelan- ta en edad!, El amor que tiene 4 Maria es eterno é infinito: pero, desde que se hace su Hijo, este mismo amor empieza 4 ser e, y se, va, manifestando por grados con suavidad inefal e, porque debe4 Maria. su existencia temporal, su lactancia, sus cnidados, su ternura y sus carifios. ‘ En efecto, apenas Jesus abre sus ojos.4 la luz comun, lo primero que ve, es el rostro risuehio y amable de su Madre que le expresa su ternura con ésculos abrasados de amor y entre lagrimas de gozo. Si,las rigidas brumas invernales le — hacen exhalar sollozos, el, rostro dela Madre lo abriga, sus labios lo acarician, sus manos lo cubren, ‘su voz lo consuela . y sus cuidados lo alivian. Asi va Jesus percibiendo los efec= tos dela ternura maternal, segun se prolonga su existen- cia al lado de Maria; si se pierde, Maria anda desolada tres — dias y tres noches, hasta que encontrandolo, le da sus quejas amorosas: silos malos lo persiguen, Maria toma parte en sus adversidades: si, Jlegado el momento de entregarse 4 la — ——— ! Jesus autem proficiebat sapientia et wtate et gratia apud Deum et homines. (Luc. cap. 2, v. 32.)

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