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tipo de perfeccion, que los hombres deben imitar; y noaie se presenta é1 como modelo acabado, sino tambien su Madre, para que todo sexo comprenda, que puede llegar 4 ser per- fecto, si cada uno de sus individuos modele sus acciones en los ejemplares que se le proponen. Esto lo veremos en el examen de las relaciones intimas y de familia que unen 4 la Virgen Madre con su Hijo. . im Seay eh ed _ Senin, materiales. ORT. 2 7 + * Cuda’ admirable: y providesse 5 ohmeaan pebidutin divina en los medios que adopta para que los hombres adquieran la perfeccion de los sentimientos del alma, y cuan ciertos y ventajosos serian los resultados para los mismos hombres, se descubre desde que se examina cual es entre todos-los sen- timientos del corazon humano aquel que en el érden natu- ral lo hace mas noble, 4 la par que lo distingue de todo sér -viviente. ‘Es esté sentimiento el amor hacia la que nos ha ‘dado el sér; ¥ son tantos los motivos que tenemos para amarla, que la ‘razon’ no califica sino de ménstruo, al que mire con aversion 4 la autora de sus dias. Pero entre tanto — la razon humana es en los dias de la infancia como una pre- ciosa flor, que encerrada en su capullo no puede desenvol- verse, ni descubrir su color, ni esparcir sus aromas; y no es precisamente por medio del raciocinio, sino por el del sentimiento, por donde se forma y radica en nosotros el ca- riflo que en la infancia la profesamos. Mas, tan luego como aquella celestial planta ha recibido toda sw extension, la ra- zon confirma Jo que el corazon ha sentido: cuando somos nifios, amamos 4 nuestra madre, porque nos ha aplicado 4 su seno, y nos hemos recreado en su leche, cual si fuera un Quien quiera ver: descritos admirablemente los combates de la cotl- ‘eupiscencia y de la razon, y los triunfos de esta, ayudada de la gracia di- vina, lea el lib. 8 de las Confesiones de San Agustin, y su sermon 45, de tempore.
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