BCCPAM000542-2-33p03d00000000

3 ’ 60 habia de reinar con él. Pero antes tenia ella tambien que to- mar parte en los trabajos de su Hijo; y si este tenia que mo- rir para salvar al mundo, ella‘no dudaba hacerlo con ¢1: de lo cual resultaba; que si los santos eran predestinados por efecto de las humillaciones infinitas de su Hijo, y de sus pa- decimientos, no podia consumarse esta eleccion sin la coope- racion de la Madre: asi, Maria se llama sierva del Seftor; es decir: la que va 4 servir de instrumento animado, ‘esponta- neo y libre para que el Hijo de Dios pueda en su estado de servidumbre redimir al mundo; la que va’ 4 ser Compaiiera en sus trabajos, la que lo criaré 4 sus pechos, lo salvard de los peligros, cuidara de alimentarloy estaré4 su lado en su _pasion,; siendo atada con cadenas con él, herida y abofetea- da con él, coronada de espinas con él y clavada en la Cruz con él, si el cielo decretara que asi sucediese. i Habra por lo tanto algun escogido, que no deba su pie destinacion 4 la Virgen Maria? La misma Virgen lo dice, cuando publica la grandeza de las cosas, que ha hecho en ella el que es todopoderoso y cuyo nombre es santo. ;Qué cosas son estas tan grandes, por las cuales afirma la Virgen que la han de‘llamar dichosa todas las generaciones? Era'su maternidad divina, por la cual se hacia la Madre de los hom- bres} porque no era este portento una cosa transitoria, sino permanente, siempre subsistente en su inmenso grandor, siempre productiva de los mismos efectos. Reflexionemos por un momento Jo que entrafia la bblaé cion de Cristo hecha una sola vez. De ella dice el apéstol, que una vez verificada, ha hecho perfectos para siempre 4 cuantos han de ser santificados ‘. Mas, esta santificacion de \ las'almas, que ha de it verificandose paulatinamente hasta el fin del mundo, estuvo ya merecida en el primer instante de la vida mortal del Hijo de Dios. Decir Maria al angel, ha- - gase en mé segun tu palabra, y quedar redimido el mundo, fué un momento simulténeo, pues en el mismo instante se efec- tud el gran misterio, mereciendo en ese acto el Hijo de Dios f Hebr: cap. 10, v. 14.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz