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59 El mismo Hijo de Dios, al hablar por el profeta David de la causa por que venia al mundo, le dirige este razonamiento: No te fueron gratos los holocaustos por el pecado, ni quisiste para la remision de la culpa el sacrificio y la oblacion; pero ti me has preparado las orejas y entonces dige: aqui vengo, 6 Dios, dispuesto d hacer tu voluntad‘. Mas, por qué, y para qué era siervo el Hijo de Dios. delante de su Padre? Era siervo, porque se habia humillado infinitamente, temando nuestra naturaleza, en la cual distamos infinitamente de Dios; y lo era, para cumplir y ejecutar en esa naturaleza el medio de redimir al mundo; lo que no podia Ievarse 4 cabo, sino es hacién- dose Dios hombre. Asi, cada vez que Jesucristo se llamaba hijo del hombre, manifestaba dos cosas, la infinidad de su : humillacion y la inefable sublimidad de su ministerio. Volvamos pues ahora‘nuestras miradas 4 la Virgen, que da su ultima respuesta l dngel, -y hallaremos respectiva- mente una admirable conformidad en sus palabras y en su significacion con las de su Hijo. Marfa se llamé sierva del Sefior, porque en la sublimidad de su dignidad, no salié ja- mas de aquella humildad casi infinita, con que se considera- © ba 4 si misma como la mas infima de las criaturas. Sabia que era Madre de Dios, reina de los angeles, sefiora del _- mundo; ‘pero. ella no sabia darse otro dictado sino el de es- -clava Ce . Mas, en esé frase significaba tambien lo su- ocatio de sipees Tenia ae éinduda ble: 8 et ia. perfec ue se habian de cum- | , nac cane que _ su Hijo habia de triunfar del sists fortis “reino de su padre David, que duraria eternamente, tambien sabia que ella habia de ser la compafiera de 6sus triunfos y la reina que (Psalm. 72, v. 7. Ei Apéstol en su carta los Hebreos dice (cap? 10, v.5) estas Coitshras, y me preparaste el cuerpo; pero viene 4 decir lo mismo, pues en uno y otro texto se explica la servidumbre, con la unica diferencia de explicar David el signo de la misma servidumbre, cual era entre los antiguos, la perfo- racion de las orejas, pues todos los esclayos las llevaban agujeradas,