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llegar el] momento de tomar Dios sus armas para venir al mundo 4 destruir el imperio de la culpa, la Virgen habia de ser interrogada por el mismo Dios, sobre si queria 6 no, to- mar parte en el gran negocio de los siglos. El momento legs: y qué fué la Virgen en aquel instante? No es entonces sola- — mente la Madre que concibe al Hijo de Dios, sino tambien la Madre de cuantos son predestinados al cielo en vista de la gran obra que ‘se realiza en aquel momento. Desde que la ~ Virgen da su asenso para ser Madre de. Dios, consiente tam- bien en la salvacion de todos los Santos, y si examinamos una por una, las prerogativas de la ‘Virgen, no hallaremos otra que la sublime mas. Mucho la enaltece el imperio sobre los Angeles, su dominio en cielos y ‘tierra, el terror que ins- pira al infierno, y su dominacion sobre los’ espiritus infer- nales: pero el ser madre de los predestinados es la gran glo- ria de Maria. Nadie es predestinado, que no tenga que darla_ gracias: nadie entra en el cielo, sin que le haya dado Maria la mano. Con este doble cardcter han contemplado ; & la Virgen los doctores de la Iglesia, y con él se presenta ella tambien 4 los hombres, fe nando port r todas: partes torrentes de amor y de ternura' ay en la Virgen bellezas inefables, cuya contemplacion es capaz de tener en éxtasis 4 los angeles: © tiene la belleza de la humildad, que enamora al mismo Dios y lo saca de si: tiene la belleza de la pureza, que atrae 4 su . santo enlace al Espiritu Santo. Y es preciso confesarlo:. cuando nuestro: entendimiento fija su vista en estas hermo- suras de la Virgen, se queda extatico, y apenas puede ha- cer mas que.admirarse de tanta grandeza: pero, cuando ob- serva la grandeza de la maternidad divina de esta Virgen, entonces el alma absorta siente un movimiento de alegr y st ve bafiada de gozo espiritual, porque reconoce 4 su madre, 4 la madre que le ha dado el sér de la Pracia, la le- che de la doctrina, y cuanto'ha menester para salvarse *. 3 ‘ ‘ 4 Gerte, Domina, cum te aspicio, nihil nisi misericordiam cerno, nam pro miseris Mater Dei facta es. (Div. Bernard. super Salve.) 2 Véase cémo cl mismo Santo explica la causa de esto, hablando con.
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