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27 consorcio con Cristo. En momentos, en que el Maestro ce- ~ lestial se veia asediado de una gran mucheduntbre de pue- blo, que lo miraba y oia con éxtasis, uno de los concurren- tes se acercé para decirle que su madre y sus hermanos lo - buscaban y querian hablarle ': mas, Jesus se volvid & los que le interpelaban, y les dijo delante de todos los que le escuchaban, que cualquiera que hiciese la voluntad desu Padre, ese es su hermano, su hermana, y su madre. Y iqué vale un beneficio temporal hecho por Dios al hombre. com- parado con este? Que un muerto vuelva 4 vida, un parali- tico camine, un sordo oiga, un ciego vea, y un leproso -quede limpio, es un gran favor; pero, que un hombre sea _ hermano de Cristo, una muger su hermana, y las dos sean su madre, esto no solo es grande é inefable, sino en cierta manera divinwiader" fet > ccs ar Clas (oo ren A Sin embargo, si aquel pueblo hubiese tenido entonces despejados los ojos de su entendimiento, y no hubiese cu- _ bierto su rostro aquel velo, que tiene todavia cuando lee las sagradas Escrituras, habria podido observar, que habia en- 3 2 ! Marc., cap. 3, v, 32. ee * Al decir Jesucristo estas palabras comprendié 4 todo el linage bu- : mano, diciendo hermano por los varones y hermanas por las hembras; pero _ al decir madre los comprendié & todos: porque como dice San Gregorio Magno (Homil. 3.* in Eyang.) «Debemos saber, que el que se hace hermano 6 hermana de Cristo creyendo en él, viene4 ser tambien su madre predicdndolo 4 los demas. El que engendra en los corazones de los que le oyen Cristo, parece que lo pare haciéndose su madre, por cuanto por medio de su voz se engendra el amor de Dios en los corazo- nes.» ;Puede darse mayor dicha, ni mayor gandeza, que la de ser en el 6rden espiritual, no solo hermano 6 hermana de Cristo, sino su madre? Mayor prodigio es este, que todos los que pueden darse en el 6rden fisico, pues para estos Dios no tiene que hacer mas que mandar: pero en aquello hay mas, porque el portehto depende de la gracia de Dios, que no violenta la voluntad humana ni la cautiva, y de la cooperacion del hombre. Por eso el Evangelista San Juan, al hablar de 1a filiacion adopliva del hombre, dice que 4 los que creen en Jesucristo, les did poder para hacerse hijos de Dios. (Cap. 1, v. 12.) No los hizo hijos de Dios, més les did la gracia y los medios, para hacerse, correspondiendo espontauea y libremente 4 la vocacion. (Div. August. de spirit. et litter., cap. 31.)
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