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282 que el manto de escarlata, llamado libertad, emancipacion del enlendimiento, y otros, con que se quieren encubrir, los exime de tener toda la hediondez de la heregia. Hace diez y ocho siglos que San Pedro nos dijo que la palabra libertad, habia de ser el velo con ies los enemigos de Dios cubririan sy perversidad'. eer Estos hombres oink han roto con el cielo, porque oe roto con la Virgen. Han reducido la religion 4 un puro sis- tema humano, dando 4 la Madre de Dios unas prerogatiyas transitorias y sin consecuencia para-el otro mundo, no per- mitiendo que ella tome parte en los negocios de su Hijo, ni que intervenga en la dispensacion de sus gracias, ni conce- diéndola el que se haya hecho acreedora 4 la gratitud de los hombres por lo mucho que sufriéd para que su Hijo los redimiese, ni permitiéndoles 4 estos que puedan en sus an- gustias y aflicciones llamarla con el dulce y consolador nombre de Madre, ni invocar su amparo en los azares de la vida y su proteccion en la hora de la muerte. jQué inconse- cuencias tiene la heregia! ;Con que Dios no ha de honrar en el cielo 4 la Virgen, cuando ella lo llevé nueve meses en sus entraias, y le did de mamar dos aiios, y lo alimenté treinta? yCon. que Marfa fué buena para estar pasando con su Hijo trabajos indecibles, hasta haber ido con él al Calvario, y nda kemors ee (Psalm. 68, v, 23, 24. ) Esta mesa, de que habla! - Profeta, son las Escrituras, y sabido es que los judfos cada dia ven me nos en ellas: otro tanto sucede 4 los infelices protestantes, que constitu- yen toda su religion en leer y comentar, cada cual 4.su modo y capricho las Escrituras: sobre todo, cuando se trata de hacer buenas obras para corresponder 4 la gracia de la yocacion, estén ciegos, porque no quic- ren que el cielo les cueste nada; mayor es su ceguera, cuando quieren examinar las glorias de 1a Virgen, 6 el primado de San Pedro y sus su- cesores, pues nada ven. La Madre amabilisima les causa horror, lo que no sucede, ni 4 los mismos mahometanos, pues manda el Coran, que res _ peten 4 Marfa y no blasfemen de su santo nombre. Entre tanto, estos ~ hombres se desviven por repartir Biblias, como lo estén haciendo ahora en toda Espaia, y no ven los desgraciados, que van repartiendo un testi- monio ptblico de que estén anatematizados. Libre ne Espana de sus errores, ' 4." Petr. cap. 2, y. 10.
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