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~ Reina del empireo, Sefiora del mun “279° parido al Hijo de Dios, que los mas encumbrados, Querubi- nes 4 su lado son una sombra, los Serafines un hielo, las Potestades flaqueza, los Tronos debilidad, y los Arcdngeles puros siervos. Maria es en el cielo lo que no pueden ser los Angeles, ni ninguna criatura : es lo mismo que. fué. en, la tierra, hija de Dios, Madre de Dios, Esposa de Dios. _ Mientras estuvo en Ja tierra, sus destinos fueron unifor- mes con los de su Hijo, reduciéndose 4 padecer con él, y trabajar con él para salyar al ‘hombre y vencer 4 Satanas: pero, una vez rotos los lazos de su mortalidad, Maria empe- v6 & vivir para reinar, recibiendo de Dios con reciprocidad todo lo que ella habia hecho por él. Es esta reciprocidad de tal naturaleza, que no podremos explicarla por mucho que nos expresemos. El Padre celestial esta interesado en que su Hija adquiera el honor que lecorresponde; el Hijo no puede © menos de dar participacion 4 su Madre de cuanto él ha ga- nado interyiniendo ella; el Espiritu Santo. comparte con su Esposa los resultados de aquel portento, en el cnal intervi- nieron los dos, porque si fue él] quien formé el cuerpo desu Hijo, fué ella quien cooperd eficazmente 4 esta obra, fran- ‘quedndole su seno, y consintiendo en concebirle, engendrar- lo, darlo 4 juz, alimentarlo y conservarlo por espacio, de treinta afios. Es la Hija del. rey inmortal de los siglos, es la Madre del Sefior de cuanto existe, es la _Esposa, del dador de todo bien. ,Qué viene pues.4 ‘ser Maria. das las riquezas 10 Dig. s, cpisteagscctis nehina es & ceed ; Largamente hemos tratado sobre Jas relaciones que exis- age entre la Virgen y las tres personas divinas: pero debe-~ mos afiadir aqui, que esas relaciones no son medidas por el tiempo que todo lo devora, sino por la eternidad que ni tie- ne.medida, ni limites, ni fin. Una vez predestinada 4 ser Madre de Dios, duraran los efectos de esta predestinacion, tanto como dure Dios mismo, -siendo honrada por los siglos de los siglos, por el Padre como. Hija, ‘por el Hijo como Ma~ ‘ dre, y por el Espiritu Santo como Esposa. Dispénsesenos que establezcamos analogias entre el s4r perfectisimoy nosotros, criaturas cuitadas y mezquinas. Lo que hariamos nosotros
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