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a ae 275. de secundar la Hija lo que sabe que quiere « oi biaishyitans de trabajar para engrandecer el patrimonio de su Hijo? :N6 ha de abrigar en su corazon los mismos- pensamientos que su Esposo, desvelandose por que cada hombre venga & ser templo suyo, y cada alma su esposa? _Examinemos las cosas del cielo por las que vemos en la tierra: tomemos por punto de comparacion analdgica los ti- pos mas perfectos que encontremos, y veremos lo que ellos nos dicen. Preguntemos 4 la hija que se reclina, amorosa-— mente en el seno del anciano venerable que la did el sér na- tural, cual es el pensamiento mas intimo de su alma: inter- roguemos & la madre que tiene suspendido de su seno al tierno nifio, cudles son las miras ultepiores que abriga sobre él: examinemos las emociones’ del corazon de la esposa tier- na y amorosa. Aquella nos dird que su gloria es honrar & su progenitor, por cuyo: honor y felicidad dard su vida, ‘pues se la debe 4 él: que corre por sus venas una misma sangre, que respira con su aliento, que vive con su vida; y que la muerte y el sepulcro no pondran Iimites 4 su‘amor, ni rom- peran la cadena que ata sus corazones. Esta responderd que su Hijo es su tesoro, su luz, su alma, su vida y su’corazon; que es su esperanza y su gloria, por cuya conservacion bee cuyo porvenir la lena‘de alegria, y 4 quien desea ver: em- pufiando cetros, cifiendo. liadem: brocado, y por fin, que emplearia: mil vidas por salvar la de- su Hijo. Esotra mostraré con las obras, que ella y su no son sino una misma alma, ni tienen ‘mas que un deseo, ; una aspiracion y un pensamiento, cifrado en amarse, en edu- car & sus hijos, y en conservar y acrecentar su patrimonio. Estos son los resultados de las relaciones naturales'de la hija, de la madre, y de la esposa: son estos séres misera~ — bles, deleznables y volubles, y 4 pesar de esta defectibili- dad inherente 4 su naturaleza, producen 4 las veces’ efec- tos tan estupendos, que son principio de actos los mas he- réicos, de los cuales puede gloriarse la historia de! linage humano, como de las paginas de oro que mas la embellecen. Pero raciocinemos ahora: no hablemos de Dios, que es in- mutable, y si de la Virgen. La Virgen concebida en una is, Yarrastrando parpuray

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