BCCPAM000542-2-33p03d00000000

Ce ee eee = — Mes ae 271 Estas sentencias engrandecen el alma, dan ensanche: al corazon, y le traen la paz y el consuelo: pero no son sino para los que creen, para los humildes, 4 quienes Dios revela los secretos de su amor, para los que viven con la vida de la ‘fe, y encuentran su dicha en reconocer 4 la Virgen por Rei- na del mundo, y Madre de los fieles redimidos con la sangre de su Hijo. A los que han abandonado esa fe, 4 los que'nie- gan las prerogativas y excelencias de la Virgen, 4 los here- ges é incrédulos que la eliminan de la cooperacion 4 nuestra salvacion eterna, no podemos decir sino una sentencia triste _y desconsoladora para nuestro corazon, pues desearfamos que todos conociesen, reverenciasen y amasen 4 la Madre de Dios, para que alcanzasen la vida eterna. A pesar nuestro tenemos que decir esa frase terrible, y es, que,, quien no quiere tener (Ee A ere ewe eee ner & su Hijo por padre en el cielo. COROLARIO. Despues de haber recorrido el campo amenisimo de las glorias de la Virgen, y de haberla contemplado sentada en el cielo 4 la derecha de su Hijo, saltan 4 la vista dos verda- des que no es posible negar, 4 no ser que se quiera romper con las ideas mas nobles del entendimiento y las inspiracio- nes mas tiernas del corazon. La primera de estas verdades’ es, que desde que Maria es Madre de Dios, no es posible amar al Hijo, sin amar 4 la Madre: la segunda se desprende tambien naturalmente de la primera, y dice al corazon del hombre que no puede menos de agradecer el beneficio de la redencion 4 la Madre, supuesto que su Hijo nos ha redi- mido, y al entendimiento que no puede rendir culto al Alti- simo, sin rendir tambien veneracion 4 su Madre: vamos 4 examinar este punto, para coronar esta obra, que hemos escrito con el unico fin de dar gloria al Sefior que es admi- rable en sus Santos, pero mucho inas en su Madre Santisi-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz