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¥ en alta voz, )quién es digno de abrir el libro, y de levantar B los sellos? Y el diseipulo amado asegura, que él se deshacia. F en lagrimas, porque nadie se halld, que fuese digno de abrir. E el libro, ni registrarle. Pero un anciano lo consolé, dicién- _ _ | dole, queel leon de la tribu de Judé habia ganado la victo- ria, para abrir el libro y levantar sus siete sellos. Y en efec- to, el Cordero que estaba en pié y como muerto en medio del solio y de los animales y de los ancianos, vino y recibié el libro de la mano derecha de aquel, que estaba sentado en el . solio, y lo abrié *. Grande y |admirable fué esta escena que describe el dis- cipulo amado: pero la que se siguié 4 la apertura del libro, produce asombro en el entendimiento, y alegria en el cora- zon. Los ancianos y los animales, apenas vieron que el libro . habia sido abierto, se postraron todos teniendo citaras é in- censarios en sus manos, y con voces unisonas y armoniosas entonaron un cdntico nuevo, que decia asi: Digno eres, Se- ior, de recibir el libro, y de abrir sus sellos: porque has sido en- tregado a la muerte, y con tu sangre nos has rescatado para Dios de todas las tribus, y lenguas, y pueblos, y naciones: y nos hiciste para nuestro Dios reyes, y sacerdotes: y reinaremos sobre la tier- ra. Despues de esto describe el discipulo el concierto mayor que se ha oido desde que hay mundo: millares y millares de ingeles’unidos & Jos ancianos y & los animales dijeron todos 4 una voz, que el Cordero, que habia'sido sacrificado era digno de recibir el podery la divinidad, y la sabiduria, y la fortalezay escena, pues cuando resonaba la ciudad de Dios con los in- mensos ecos de la voz de todos sus moradores, alternaba con ellos otro concierto , cuyos detalles solo puede dar un hom- _ bre inspirado: era el concierto de los abismos, de los mares, de la tierra, del aire, pues cuantas criaturas hay en ellos decian tambien con armonia y concordia, que se diese ben- dicion, y gloria, y honor, y potestad al Cordero. Ni esta es tampoco la tiltima escena de esta gran solemnidad, pues con- 1 Apoc. cap. 5, v. 147. el honor, y la gloria , y la bendicion. Ni conclu eaquilagran —

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