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para que se cumpliese cuanto el mismo Dios tenia deere. tado, no podia dejar de ser coronada por el Espiritu Santo, E] Padre la da la corona de la humildad, el Hijo lade la virginidad, y el Espiritu Santo la de la fidelidad. Cada una de las personas divinas coronaba en la Vir- gen, lo que habia sido, por decirlo asi, el complemento de sus deseos. La donacion mayor, que Dios ha podido hacer 4 una pura criatura, es la de su Hijo, exigiendo esto en la cria- tura la humildad mas profunda que hubiese, despues de la del mismo Hijo de Dios hecho hombre. Esta humildad era lo que Dios fué buscando en cada uno de los individuos del linage humano; y-es bien seguro, qué si’tio hubiese salido al mundo la Virgen, el don no podia hacerse, porque no habia mas que en ella la humildad correspondiente 4 la sublimidad de la donacion. Era necesario ademas, que la persona que recibiese al Hijo de Dios, estuviese llevando sobre sus hombros por espacio de muchas décadas un peso” inmenso de gloria, cual era la de ser Madre de Dios: y tam- poco era posible que lo sobrellevase, ni un solo momento, si no tenfa una humildad tan profunda, cuanto era sublime | el cargo. Todo esto hallé el Eterno Padre en Maria, y por eso la did4 su propio Hijo: tanta humildad exigia una co- rona de Reina y Sefiora del cielo y de la tierra, y de cuantos séres criados hay en ellos. Y jqué habia buscado el Hijo de Dios para _—_ a tomar nuestra carne en las entrafias de una muger? Aquello que la pusiese 4 una distancia casi infinita de la muger mas perfecta, que habia salido de sus manos. La muger mas perfecta que habia habido, prefirié un deleite del sentido al amor de Dios: la que habia de tener con Dios la union mas intima que ha podido darse, tenia que mirar con horror tan profundo 4 todo deleite, que aun renunciase @ los licitos y honestos, emulando, siendo moradora de la tierra, la naturaleza misma de los espiritus soberanos, que son ciu- dadanos del cielo. Y es evidente, que este amor dela pureza era el pensamiento mas intimo de la Virgen, cuando renun- cid, no ya 4 ser madre de un hombre cualquiera, sino del deseado de todos los pueblos, del gran rey que habia de ‘ sda sdeatae, S

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