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Bisa. Bs oR 243 ; inmensa, que separa 4 la Virgen de los demés santos, en cada uno de los cuales reposa una auréola de gloria, pu- diendo ‘brillar sus‘sienes hasta con dos y tres: mas, estas mismas auréolas convienen tambien 4 la Virgen, siendo en ella mas hermosas y brillantes que en los demas. Santos hay en aquella dichosa morada, que embrazan la palma del mar- tirio, visten la blanca estola de la virginidad, y cifien el lau- ro de la sabiduria: sin embargo, por mucho brillo que des- pidan estos laureles, son luces opacas comparados con los _ de la Virgen. Convienen los santos con la Virgen en las vir- tudes, como dice el padre San Bernardo: pero cuando se po- nen en comparacion las de esta con las de aquellos, se ve - son las de la Virgen enteramente especiales y singula- res ': especiales por tanto y ne eee son las sso eae cifie la Reina de todos los santos. - Coloca Dios estas auréolas en faateliiet de sus sued desde el momento, en que, rotos los lazos de la carne, y hallandose unidos 4 Dios en caridad perfecta, entran 4 ser moradores de la patria. Tambien la Virgen las habia reci- bido el dia de su felicisimo transito: pero, habia en ella mé- ritos, que no tenian no solo iguales, pero ni aun de simili- tud remota, los demds santos del cielo, y cada uno de esos méritos era acreedor en justicia 4 una corona. Maria entra- . ser Hija de ‘Dice. ‘Padre;’ ‘Madre ide Dios Hijo, y Esposa de Dios Espiritu Santo, lo que exigia’ que su frente sagrada fuese adornada con la tiara inmortal, formada de tres coro- nas. Aquella humildad inefable, por cuya inspiracion dijo la Virgen que era la esclava del Sefior, cuando era la Hija querida de Dios, tenia que ser coronada por el Padre: aquella Virginidad, tan estimada de Maria, que renuncid por poseerla,- -hasta el honor de ser Reina del mundo, si no podia ser compatiblé con ser Virgen, no podia menos de ser coronada por el Hijo: aquella fe, con que did asenso 4 cuan- to se le propuso de parte de Dios, entregandose toda 4 él, ' Serm. 4, de Assumpt. B, V. Maria.