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220 ca, tan fecundo en frutos de civilizacion, que es como el pre- cedente para la resolucion de un problema de grande interés para la sociedad, cual es el saber 4 quién se deben los pro- gresos verdaderos de una civilizacion que tenia que venir mas tarde, y en cuyos frutos, 4 no estar mezclados c n la hiel del error, nos deleitariamos nosotros como se delei‘an y saborean los que comen la miel de un panal riquisimo, que no les ha costado mas que el trabajo de heredarlo. La invasion de los Agarenos que habia venido. hacia cin- co siglos como un turbion que todo lo arrolla, se habia he-. cho dominadora y avasalladora. Francia é Italia vieron 4 sus huestés pasando por su suelo como atraviesan los vendaba- Jes del desierto y las langostas de la Numidia. Espaiia tuvo que cederles sus provincias mas amenas, donde: formaron su ’ paraiso terrestre compuesto de huries, de zambras, de flores- tas, de aromas de sensualidad, lo cual era escarnio de la ra- zon, befa de la verdad, insulto del cristiano, que 4 pesar suyo vivia entre las inmundicias de‘la carne, ; Triste espectaculo para la civilizacion! Viéranse entonces los mares surcados por esquifes y balandras , los cuales ocultandose entre dimi- nutos arrecifes, esperaban, como el tigre astuto entre cafia- verales, el momento oportuno ‘para saltar sobre su victima; y sino tenian valor para atacar una poblacion nutrida, les sobraba el arrojo para sorprender al pobre proletario, al za- gal indefenso, 4 la timida doncella, al nifio y al anciano, y aherrojarlos 4 todos en el bajel, llevandolos en seguida 4 los mercados de los infieles. Y, hay que decirlo, alli, donde la ignorancia era el saber, los deleites la filosofia, y el alfange la ley, la suerte de esos desgraciados era triste hasta partir el alma: morada subterranea, pan enmohecido, latigo con- tinuo, cadena perpétua , y sobre todo, un vigilante fan pe- gadizo, como cruel, encargado de dar una vuelta mas 4 la rosca de los grillos 6 de las esposas, y de acortar cada dia mas el negro pan, 6 el agua desabrida, 6 de dar un latigazo " mhas, hasta que con siguiese que la victima de su cruéldad lo fhene tambien de su erronia, y renegase de su fe antigua. » Tenemos que preguntar, quién puso remedio 4 esos ma- les de presente, derramando al propio tiempo en la sociedad

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