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‘219 _ En medio del trastorno que estos hombres tumultuosos causaban 4 la sociedad, y cuando no se columbraba mas re- medio que una guerra exterminadora, la Virgen, 4 quien le fué concedido el ser la extirpadora de todas las heregias, y el antidoto de los males que estas causan en el mundo, sugi- rid & uno de los hombres mas eminentes de su tiempo el me- dio de acabar de una vez con los males que afligian 4 los pueblos. Y no fueron otros sino el traer 4 los hombres 4 la consideracion de’la vida de la misma Virgen y la de su Hijo por medio de la oracion, porque asi los hombres entrarian dentro de si mismos: y al ver lo que su Hijo habia hecho por salvarlos, se humillarian delante de él, y obedecerian 4 su Iglesia. Tal fué el razonamiento que medidé entre la Reina del cielo, y el inclito hijo de Castilla Domingo de Guzman. Cuanta fuese la utilidad de esta inspiracion de la Madre de Dios, no hay para qué detenerse ‘mucho en demostrarlo, porque los hechos lo ponen tan claro como la luz de medio- dia. Entonces fué cuando empezaron 4 pulular los santos y sabios que llenaron de asombro al mundo, pacificdndose los pueblos, y no pensando mas que en ver cémo se éstablecia la paz entre Oriente y Occidente, y en aprovecharse de las lecciones de sabiduria que salian 4 raudales de los labios de los Aquinos, Buenaventuras, Albertos Magnos, Alejandros de Ales, Antonios de Paduay otr@s: entonces tambien se em- pezaron & levantar defensas contra los ataques que los ma- los intentaban contra la sociedad, y todos comprendieron que la religion, la independencia de las-naciones, la felicidad de los pueblos , y las instituciones fundamentales corrian peli- _ gro muygrave, si no pale porecccnenmermomage ereciorsigs los desmanes de los hombres del error. — * Ast’ empezaba bajo los auspicios de la'inspiracion de la Madre de la Iglesia una de las épocas mas amenas en flores y frutos de regeneracion social. Pero hay que fijar con mas detencion la vista en otro acontecimiento de la misma épo- yan sido continuadores de los sectarios que desde 1180, hasta 1220, Ile- naban de espanto la Provenza, el Languedoc, y la Lombardfa. (Prelect, Histor. Eccles. a Franc. Palma, tom. 3, cap. XXI.)
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