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. 218 y la filosofia, que hay encerrada en ella. Estos acontecj. : mientos estan ligados con una de las épocas mas funestas _ =a que ha tenido Ja Iglesia, que fué la invasion de los secuaces _ del Alcoran: porque en ese largo periodo de calamidades, Ja Virgen se mostré mas de una vez, no tanto como protectora de la Iglesia, sino como inspiradora de pensamientos, que encerraban un gérmen de piedad nee y de verdadera civilizacion para los hombres. - : Contempordneos son estos hechos que vamos & describir, aunque no nos detengamos en uno de ellos simo somera- mente. Sabido es por todos, que apenas ningun siglo fué inaugurado bajo tan malos auspicios, como el décimotercio, en el cual Jos enemigos de la Iglesia, salidos desu propio seno, destruian la civilizacion del Evangelio, mientras que los que venian de fuera intentaban eliminar del mundo toda ilustra- cion, arrancando con el filo de su alfanje la vida 6 la fe al discipulo de Cristo. Hombres tan eminentes como un San Ber- nardo habian trabajado ya, aunque en vano, para persuadir 4 los fanaticos que depusiesen las armas, y se humillasen 4 la potestad legitima , confesando sus errores, y cesando de tener 4-reinos.y provincias en conmocion continua. E] mismo Vicario’ de Jesucristo tuvo la pena de ver que sus trabajos y conatos fueron initiles, que se engafié en sus esperanzas, y que ni la dulzura en las palabras producia efecto en los corazones perversos, ni las amenazas los conmovian, ni las penas espirituales hacian mella en los hombres contumaces. _ Entre tanto, 4 manos de estos increyentes armados eran re- ducidas las ciudades 4 cenizas, robadas las iglesias, saquea- das las aldeas indefensas, viviendo todos en alarma continua por temor de la revolucion: Eran estos los Albigenses, uni- dos 4 los Waldenses, 6 pobres de Leon de Francia ‘. t tt lf ' Era tanta la ferocidad de las turbas dadas 4 los érrores de los Aibi- genses, que hubo necesidad de levantar cruzadas contra ellos, como si fueran enemigos del nombre de Cristo. Y en realidad lo eran, .pues pro- fesaban en general los errores de los maniqueos, y ademds otros mu- chos errores semejantes 4 los que Lutero y Calvino publicaron tres si- glos mas tarde, aunque no por esto haya que decir que estos hereges ha-
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