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: : z ah ta Ay Ss 5 are F sea ee ear nt 2 e = 213 extension, que no lo abarcan nuestras pupilas. Desde que Je- sus mandé 4 sus Apéstoles que tomasen la sagrada Eucaris- tia hasta que la reciba el ultimo fiel, que habra en la Iglesia de Cristo, ninguno ha participado de este pan, que no le deba 4 la Madre de Jesus. A esta Madre debieron su saber y su sabiduria los Apéstoles: 4 ella son deudores de su forta- leza los martires; 4 ella deben dar gracias por sus virtudes los confesores, y por. ella han estimado en tan alto grado la pureza las virgenes. Madre verdaderamente herdica ha sido para todos la Virgen: de sus entrafias purisimas did la san- gre, paya que se formase el cuerpo de Cristo que comemos: de su sustancia se did el alimento, que lo fué formando por espacio de nueve meses: de sus pechos castisimos nacié aquel licor celestial » que: lo sostuvo en su nifiez: de tal ma- nera, que al tomar las , Eucaristia, podemos decir que. viene 4 nuestro. pecho §sustancia de la Virgen, ya nuestro paladar leche de nuestra Madre: y con este alimento crece- mos y nos desarrollamos en la vida espiritual , con él nos fortificamos y hacemos varoniles, y con él legamos al mon- te de la vision, donde Dios nos ensefia su rostro‘ : Este beneficio de la educacion, 6 mejor dicho, de la crian- za espiritual de las almas por mano de la Virgen, aunque es universal, puede llamarse individual, porque no hay uno solo de los que se salvan que no lo reciba. Pero hay otros fa- vores, hechos por la Virgen, no precisamente al individuo, sino 4 la sociedad tambien, y aun muy singularmente 4 ella, ERT aah, Gaze . ih ay 7 #3 43 ; > . ¥ 4 | Yéase edmo San Isidoro Tesalonicense explica esta “ii! admirable de la Virgen en la santificacion y nutricion de las almas: «quiere esta Virgen, que seamos nosotros para Dios al comer la carne que su Unigé- nito tomé de ella, lo que fué Dios para ella cuando fué concebido en su seno, pues entonces parece como que Se lo absorbié y lo llevd hecho una misma cosa con ella. Descendiendo este al hombre, hombre yerdaderamen- te celestial, es decir, dla Virgen, cultivd en su seno, como en tierra fértil, y prepar6é esta cena suavisima que es principio de vida, y fué disponien- do lo que serfa en realidad nuestra comida. Y por tanto, cuando su Hie jo nos llama 4 esta mesa, alimentdndonos con su carne, y alegrandose de que la comamos, hemos de referir todo esto 4 su Madre.» (Serm, in Deipar, Annuntiation., n.° XXY.)

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