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212 dice tambien San Juan Damasceno, ha procedido aquel pan de vida, y aquel mana celestial, fruto divino de su ‘vientre, nacido de ella, sin que ningun labrador pusiera ea su cam- po sus manos para cultivarlo.» ‘ =~ En vista de esto nadie extrafiard, que los Santos Paces hayan concedido 4 la Virgen en sus elogios hasta una espe- cie de sacerdocio, como que ‘ella es, la que reparte 4 todos los fieles el pan de la vida, como lo. hacen los sacerdotes, «Estupendo tesoro de la Iglesia es la Virgen, dice San Epi- fanio, en la Aset se encierra un gran misterio: y digo, que esta Virgen es 4 mismo tiempo como sacerdote y al- tar, puesto qrue e » misma nos pone la mésa , habiéndonos dado a Cristo, pan celestial, para remision de nuestros peca- dos.» ? Ni menos nos debe sorprender que los mismos Santos Padres hayan sido tan reconocidos y tan afectos 4 la misma Virgen: porque alimentandose, como se alimentaban, cada dia, con la refeccion eucaristica, recordaban sin cesar que era esta Madre amorosa, quien les proporcionaba ese ali- mento, que les daba fortaleza para andar por las dsperas sendas de. esta vida. ot iculo o tan ‘sorprendente se presenta 4 nuestra vista al enunciar -esta ideal Es como si se hubiera descorrido un velo que nos encubria un horizonte luminoso y de tanta comentando las palabras del Eclesidstico, en que la sabiduria divina nos dice que los que coman de ella siempre la apetecerén (cap. 24, y. 29), dice lo que sigue. «Esto es verdad en sentido literal, aplicdéndolo 4 Cristo, 4 quien comemos en la Eucaristia, teniendo siempre hambre de él, pues lo deseamos comer otra vez: pero asf tambien puede decirse a la letra de la Virgen Marfa: Esto es ‘maravilloso, pero muy verfdico. Cuat- » tas veces comemos la carne de Cristo en la Eucaristfa, otras tantas co- memos tambien la carne de la bienayenturada Virgen, porque la carne de Cristo, es carne de la Virgen hienaventurada. Y en verdad, 1a mis- misima carne de Cristo antes que se decidiese la Virgen 4 dérsela 4 Cris- to, fué propia de la Virgen Marfa con cuya alma era informada y ani- mada. Asi pues, del mismo modo que cada dia apetecemos Ja carne de Cristo en la Eucarist{a, apetecemos la dé la Virgen, para embebernos en sus dotes virginales y sus costumbres, y para que las incorporemos con nosotros. 4 Orat. 2.° de Dormit. Deipar. * Diy. Epiphan., de Laud. Virg.
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