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211 fundidad de ideas explica esta verdad. «Osruego aqui, her- manos mios, que penseis con detenimiento cuanto debemos 4 esta Beatisima Madre de Dios, y cudntas gracias debemos darle despues de Dios. Porque en verdad, aquel cuerpo pre- cioso, que enfendré la Virgen Beatisima, que nutrié en su seno, fajé con pafiales, y alimentdé con solicitud maternal, y aquella sangre preciosa que ella le did, lo tomamos ahora del altar, y lo comemos y bebemos. No bastan para alabarla por este beneficio, todas las lenguas humanas: porque de las" entrafias de su carne inmaculada nos dié el alimento de nuestras almas, es decir _ que dice de si mismo: yo soy el pan vivo, que bajé del cielo.» Con ese pan amasado- ai la leche virginal se van criando las almas, como con bellisima expresion lo dice el mismo Santo Doctor. «{No veis, ‘dice lo que brotan los pechos san- tisimos de Maria?’ Todo lo que mana, se vuelve carne del Salvador: eso mismo sin duda, y no otra cosa percibimos ahora del altar, y es su sangre lo que tomamos en sacrificio de nuestra redencion.» ? Eso mismo habfa ensefiado San Agustin, diciendo, que «el Hijo de Dios recibié la carne de la carne de la Virgen, que anduvo con esa carne entre los hombres, y nos dié esa misma carne para nuestra salud.» * Y ain es mas explicito, si cabe, cuando dice, que «la carne de Cristo, es carne de Maria: y que aun cuando haya sido glorificada en la resurreccion , siempre qued6 aquella mis- ma, que fué tomada de — ¥ Denna ae de Maria, 4 Div. Petr. Dpeteo.) serm. i Nativit. 2 Div. Petr. Damian., serm. 4. 3. Div. August. in Psalm. 98. 4+ Serm. de Assumpt- : No han discrepado de este sentir de los Padres,los comentadores ¥ los tedlogos: Véase lo que dice el sabio Suarez: «puede creerse facilmente, que aquella sustancia de la carne, que Cristo tomé de la Virgen, no fué dejada jamds, ni se resolvidé por la accion continua del calor natural, si- no que se conserv6é siempre la misma unida al Verbo divino: lo cual se hace muy probable y es facil de conjeturarse, propendiendo 4 ello razo- nes fisicas, y siendo tambien probable, que Jesucristo lo quisiese asf.» (Suarez in 3. part., disput. 1, sect. 2.) El sabio Cornelio A Lapide,
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