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Re ae a Fé oe ae 148 Dios sea Dios? Nada: pero no es.lo mismo, que el alma con- traiga una mancha de culpa, ni aun por un solo instante, pues esto imprime en ella un sello indeleble, cual es el de haber sido por algunos instantes enemiga de Dios, digna ‘de su édio y de sus iras: porque esta mancha podra ser borra- da, cancelada y olvidada: mas no podra desaparecer jamas de la serie de los tiempos aquel instante, en que esa misma alma, purificada despues po la Brees de Bios, sa detestada de Dios mismo. = _ Addn en su prevaricacion perdié paralél y at sus hijos dos cosas que’ le venian de la Justicia original y de la gracia santificante, cuales ¢ an la misma gracia divina, que lo ha- ria amigo de Dios y su amado y querido, y la felicidad del cuerpo, que no padeceria enfermedades ni fatigas, ni lega- ria 4 morir. El enemigo intentéd destruir todo esto: pero Dios tenia decretado en sus consejos divinos devolver al hombre por los méritos de su Hijo, la gracia perdida y librarlo de la muerte del cuerpo, no impidiendo que este muriese, pues debia morir‘en castigo del pecado, sino decretando que re- - ‘sucitase, pues su Hijo merecerfa la resurreccion general de: . todos los honibres ' De estas dos cosas perdidas no quiso devolver al hombre en esta vida mas que una, y era la gra- cia para que fuese su amigo y acepto 4 sts ojos, borrando' el reato del pecado original con la gracia santificante y dén- dole cuantas gracias actuales necesitase, para cooperar 4 los méritos de su Hijo y ganar la corona de la gloria. En cuan- ie eS : ; DBI, ECA ESOS at Ce 3 hp og See genet 1 La inmortalidad no era debida al hombre en esta vida, sino en cuan- to mediaba la. promesa hecha por Dios de que no morirfa, mientras se conservase en el estado de inocencia, estando sujeto el cuerpo con’ sus sentidos al alma yy esta a Dios: una vez rota por el pecado, esta armonia, el cuerpo volvié 4 su condicion natural de corruptible, |y no teniendo ya el alma aquella gracia especial que Dios le did al hombre inocente, no posefa ya la virtud de conservar en vida y Vigor siempre juvenil al cuerpo. Es cierto que el alma recuper6 la gracia para la-remision de la culpa y merecer la gloria; pero no para causar la inmortalidad del cuer- po, porque esto estaba reservado 4 Jesucristo, que habia de reformar la « maturaleza humana sanando sus heridas, y merecerfa la resurreccion de todos los hombres. (Vid. Div. Thom. part., 1, quest. 97, art. 1.) a a * a

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