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125 ; celestial, que le revélé los misterios divinos. Dijéle este: Dios te salve, llena de gracia, el Sefior es contigo; el Espiritu San- to descenderé sobre ti, y la virtud del Altisimo te cubrira con su sombra. Ahi teneis por tanto al Sefior, teneis la vir- tud del Altisimo, teneis al Espiritu Santo, teneis al ae y al Hijo, y al Espiritu Santo.» * {Donde esta pues, preguntaremos ahora, el paganismo con ‘sus dioses multiplicados hasta lo infinito? ,Dénde las doctrinas del hombre animal, que convertia la gloria del Dios incorruptible en’ imag n de sierpes, de cuadripedos y de réptiles? ;Dénde la vana filosofia, que atribufa al acaso la existencia de’esa materia que se mueve con tanto érden en los cielos, y’ vegeta y pulula con tanta regularidad en la tierra? Todo es un ‘édificio de arcilla fundado sobre arena, que sé ‘primer’ soplo del viento: es: un edificio, que solo han podido fabricar hombres que no veian, por es- tar entre tinieblas: Pero, la luz amanecid: la Virgen Maria se presenté con su Hijo en sus brazos, y esto basté para que Egipto reconociese al Dios del cielo * y los hombres todos digesen que habian visto la gloria de este Hijo, gloria como del Unigénito del Padre leno de gracia y de verdad *. Rd thitttlo. qaie se stb! Ie: ‘hokibied 6 enae dain, sites aden saludar los dinteles del templo-de la sabidu- ria. Deéspues de pasar afios y afios entregados destudios pro- fundos, podrén algunos legar 4 tener una ciencia grande, y si-se quiere, casi perfecta de alguna de las ciencias natu- “4° Serm. 52, in Parv. 2 Asi estaba anunciadé en el cap. 19 de Isafas, v. 1 y 21. El Sefor, decia, subird Guna nube ligera, y entraré en Egiplo: en aquel dia los egipcios co- nocerdn al Sefor. La nube ligera.es la Virgen Maria: Egipto es el mundo todo lleno de tinieblas. Asf los Padres. 5 Joann. cap. 1, v. 14.

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