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112 ' tinieblas tan universales que no hubiese quedado siquiera un rincon de la tierra, donde no hubiese alguna ilustracion. La habia en efecto en el pueblo deDios, en cuyo seno era conocida la unidad diyina, habiéndosela declarado el mismo Dios por su misma boca, y recordadosela sin cesar por me- dio de los profetas y de los ministros del santuario. Pero ese mismo pueblo adoctrinado por la revelacion qconocia a¢aso 4 Dios en su naturaleza y en sus operaciones interiores? Tan pronto como el hombre guiado por las luces de Ja razon na- tural conoce. que hay Dios, 6 ensefiado por la revelacion que existe y quiere que lo. -adoremos; se:levanta en su alma un deseo saber quién es ese Dios: dénde vive -y sies un sér. aislado que habita en. las alturas, sin tener relaciones de amor natural con alguna persona que sea de su intimidad: si tiene algun hijo, y si lo tuviere, si hay entre ellos algun vinculo de amor que los una y estreche. ;Quién es capaz de contener los vuelos del entendimiento humano en querer penetrar en lo mas intimo de lo que es Dios? Sin em- bargo, ese pueblo que sabia que Dios era uno en esencia, sede ie de lo, hentia, solo si.sabia que todo 16 lenaba de la gloria de nag’ inita. Pero Dios no se digné re- oats Y S personas, y por lo tanto nunca entrd enTaian’ de Jas creencias, el am que Dios see Padre y tuviese un Hijo. Y entre tanto, acostumbrado esteopuaie & oir nla voz de Dios entre los truenos y relampagos del ‘Sinai, 4 ver los efectos de su poder en las plagas de Egipto, y en los azotes con que él fué castigado por su incredulidad en el desierto, y 4 sentir la presencia de su gloria entre nubes oscuras, la. idea que tenia de Dios era verdaderamente sublime, pero al mismo tiempo no poco aterradora. {Quién |se atreviera & ha- blarle cara 4 cara? ,Quién osara levantar sus ojos hacia ¢l. sin creer que iba 4 morir de repente? Asi, era Dios en toda verdad un Dios escondido para el pueblo escogido en gene~ ral: y asi como los idélatras veian por todas partes las hue- _ Ilas de Dios sin quererlo reconocer, los descendientes de Ja- cob, despues de haber oido la voz de este Dios, como hijo** de servidumbre mas que de amor, podemos decir que mas lo

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