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110. do y corruptible, no deja al alma volar al cielo. Esa muta- cion llegara; pero entre tanto, el hombre no puede ver 4 Dios, sino en enigmas 6 imagenes oscuras, ni entrar en las interioridades de su naturaleza, ni investigar sus obras ocul- tas. Sin embargo, el deseo natural de nuestra alma es cono- cer la verdad suma y poseerla, y la verdad suma es Dios. Y jeste Dios sapientisimo y, misericordioso hubiera dejado .al hombre en esa ansia, no descubriéndole jamas su rostro, no mostrandosele para que el hombre la, vea; y hable con él, despues que, él, mismo ha dicho que.su , gran. delicia es estar entre los hijos de los hombres?! No,-Dios;no, quiso que el hombre, estuviese privado de un trato intimo y familiar con él; ¥ si bien por el pecado podemos decir, que en cierta ma~ nera Dios se retiré al cielo, al trono de luz inaccesible, don- de, vive, y 4 donde ningun hombre puede. llegar *, tambien es cierto, que determiné dejarse, verde los, hombres, vivir. con ellos, y tratar con ellos: como un amigo con otro. Pero para, hacer. Dios esta fineza al-linage humano, determind tener. una. madre, para que por medio de. ella pudieran los hor bres, acercarse 4 él, yerlo, tocarlo,.y conocerlo. Esta fe deans de PletsByraat iS tHE 'y resucitaré todo espiritual: porque es necesario, qua,este. ‘cuerpo corrtn: tible sea revestido de incorruptibilidad, y que el que es ahora mortal, sea revestido de inmortalidad. (1. Cor. cap. 18, v. 42, 43, 44 y 3.) Esta nueva naturaleza, esta renovacion y regeneracion, como la llama el mis- mo Apéstol, por la cual suspira toda criatura; y mucho mas nosotros que tenemos las primicias del Espiritu (Rom. cap. 8,.y., 28);,es tan indispen- sable para, nuestra alma, que sin ella. no. _pudiera. ver ersesteneats 4 Dios, estando unida al CUETyO. sa nee at 1. Prov. cap. 8, v. 31. : OU. OFT TIOR LE ,0 2 Timot. 1, cap. 6, v. 16. i & los, eto al conocimiento

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