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46 LIBRO DECIMOCUARTO. -Adolescencia y Maternidad de la Virgen. 5b. hap Becois Los Desposorios. ~ Como oliva plantada en la casa del Sefior, iba extendiendo Maria los ramos de su hermosura, conforme crecian los afios de su morada en el templo santo. La belleza interior, que consiste en el amor divino y en la abnegacion de si mismo, fué tomando tantos incrementos, que hacian de ella una es- pecie de serafin, disfrazado bajo el velo de un cuerpo sensi- ble: pues resplandecia en su serena frente una como auredla de santidad, yen todo su r stro y compuesto senotaban como ciertos rayos de sobrenaturalidad, mas propia del cielo que de la tierra. Susurrdbase al propio tiempo entre los morado- — res del lugar santo, que los angeles la visitaban 4 menudo, que trataban con ella sin cesar, y aun que la servian frutas y flores, que mas bien parecian celestiales que terrenas, y notaban todos que Maria vivia como extdtica en la contem- placion de las grandezas divinas,’sin que esto la impidiese el ser amable, accesible y carifiosa para con sus iguales, humil- de y sumisa con los mayores, y mansa y caritativa con todos. Mas si en la hermosura espiritual superaba 4 todos los coros” de los Angeles, aventajaba tambien en la corporal 4 todas las hijas de les hombres; pues ni hubo ni habraé jamas otra de facciones tan delicadas, de color tan suave, ni de tanta proporcion en todo su compuesto, siendo como era la obra mas perfecta que hubiera salido de las manos de Dios, des- pues de la humanidad de su Hijo. Pero 4 pesar de esta belleza deslumbradora, que producia un éxtasis en cuantos la veian, i a le la 8

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