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pacion mas asidua era estar en el templo, meditando en la caducidad de las cosas terrenas, y como tenia las riquezas del cielo, despreciaba las de la tierra, contemplaba siempre el gozo de los angeles, y miraba sin cesar al Espiritu Santo. Reducianse por tanto las ocupaciones de la Virgen en 6] templo 4 recibir el pan que la llevaban'los angeles, y ‘4 dar ‘ incesantes gracias al Sefior por sus grandezas, dedicindole : - cada dia su virginidad '. 1 ee ~ (Quién es capaz de repetir aquellos coloquios suavisimos, que tuvo con su esposo celestial la primera Esposa que tuvo en la tierra? ;Quién podré comprender las respuestas que oy6 su corazon, en aquel momento en que el Espiritu divino aceptaba las primicias del amor puro y virginal, que se re- cogian en la tierra, que hasta entonces era un erial,que solo diera espinas? iDichosos angéles, que vivian siempre al re- dedor de esta nifia, y apenas la vieron que alzaba sus manos al cielo, se asombraron, se arrodillaron, y, mirandose unos dé otros, aténitos, estaticos, y gozosos oyeron lo que no oye- ran todavia en cuatro mil afios! ;Dichoso templo, que resue- — na con los suayes acentos de esta nifia, que hace voto de vir- ginidad! iQué envidiable s tu suerte! * ;Dichoso ta, 6 dia, eee I a a A ig ine santa, lo que no recibid ningun otro edificio, fué porque debia recibir | en su recinto aquella oficina de la santidad, la Virgen Maria, que es aquel vaso sin mancilla, aquella urna purisima, y aquella riquisima alhaja a que es Madre del Verbo.» (n.° VI.) ’ El mismo Santo, el monge Jacobo (Serm. in Deip. Present. n. ° XVU, XVI) afirman que la Virgen en el templo trataba 4 menudo con los dn- 2 geles, y recibia de ellos frutas adornadas de flores y otros alimentos, ‘mas celestiales que terrenos. Lo mismo afirma San Germano de Cons- tantinopla (Serm. de Prasentat. Deipar., n.° XI). ;Cudn cierto es que desde Ja cuna hasta el transilo de la Virgen todo es un tejido de grandezas! iCon cudnta razon dijo csta amabilisima criatura que el Todopoderoso habia hecho en ella cosas grandes! Su concepcion sin mancilla y su divina maternidad son las dos obras grandes y maravillosas que sabemos por la revelacion, que Dios hizo en ella y con ella: pero gquién puede saber todo lo demas que en materia de favores hizo Dios 4 la Virgen? Cuando llegue el dia de nuestra eterna dicha, lo sabremos. 4 Jd. ibid., n.° X, XP. 2 Beata loca que calcasti, beatum templum, in quo aise fuisti. (Div. Gierman., serm. de Presentat.) ' te ea

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