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* 222 > enfermedad dél amor divino, que sin consumir las fuerzas del cuerpo de la Virgen, ni disminuir aquella indescriptible hermosura que no conocidé diminucion, la obligé 4 sentarse en el humilde lecho, para que aquel desca e en él, mien- tras el alma sub{a al empireo 4 unirse con su Padre, su Hijo y su ‘Esposo. jAh! La rosa de Jericé despedia ya tanta — fragancia de amor de Dios, que embriagada ya ella misma de tan subidos aromas, se inclinaba suavemente hacia el ocaso, para que el sol de justicia naciese, y viniese 4 coger- la y aplicarla 4 su corazon, como el objeto maseer que - tenia *. ; Hallabase entonces en seu su primer obispo el Apéstol Santiago el Menor, mientras los demas se encontra- ban dispersos en todas las naciones conocidas, excepto San- tiago el Mayor que algunos afios antes habia padecido el martirio. Mas, queria la Madre de la Iglesia tener el gusto de ver antes de separarse de la tierra 4 estos angeles, que llevaban por todas partes el conocimiento de su Hijo y san- tificaban la misma tierra con sus pasos: y no tardé mucho en ver satisfechos sus deseos, porque aquel que tmandé 4 un Angel que tomase 4 Habacuc por un cabello de la coronilla de su’ cabeza, 'y lo Mevase en un instante 4 centenares de le- guas de distancia que hay entre la Judea y Babilonia °, tras- ladé milagrosamente 4 sus Apdéstoles, para que fuesen a re- cibir de su Madre un consuelo para sus corazones, y 4 ren- dirla los homenajes de amor, que merecfa como su Madre en el érden de la gracia, y los de veneracion y honor & que era’ acreedora como la medianera entre su Hijo y ies hombres, J la abogada de los pecadores. gh iQué espectaculo tan nuevo y sorprendente! Alli pe oF venia de Roma, donde aay aaguiede _ el imperio de t En estos mismos términos hablaSan Juan Eucailense, y dice asi: »na- da era bastante 4 dar un lenitivo 4 la Madre que deseaba intensamente ver 4 su Hijo, y se enfermaba por efecto del amor, de que era digno tal Hijo. Y no pudiendo soportar su _ausencia, le pidid que lo Ilevase ya 4 su compaiifa.» (Serm. in Deipar. dormit., n.° XVI. a Dan. cap. A, v. 33.
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