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= . 5 re ies SG ‘ oe 221 El transito de la Virgen fué precedido y seguido de por- tentos, cuya relacion atin lena de santa alegria al creyente, que sabe que todo es posible para Dios, y que tan pronto como es necesario para su gloria, este Dios benignisimo echa mano de los prodigios, no haciéndolos sin necesidad, pero no omitiéndolos cuando esta se presenta para ‘gloria suya, y para bien de los escogidos. Dice pues la tradicion piadosa, que poco tiempo antes de la época en que la Vir- gen habia de‘pasar al cielo, la envié Dios una solemne em- bajada con el mismo Arcangel que la anuncid el misterio de ~ Ja Encarnacion del Verbo divino, lo que lend de consuelos - inefables el corazon de Maria*. Porque, aunque no tuvo ja- mas ni pudo téher enfermedad alguna, ni aun la mas ligera _ indisposicion, la eficacia 6 intension del amor de su Hijo habia Negado 4 tan sublime grado, que no podia ya el cuer- po estar por mas tiempo en la tierra, atendido que el) pene — volar 4 unirse con Dios én la patria celestial. © ~ La que no contrajo el pecado, no podfa sucumbir ‘bajora peso de nuestras enfermediiles; padecia maaTOy era esta la tkib jah ree *ysh den lean. de Tesalnica sida que, el dngel venta, con una palma en : la mano, y que dijo 4 la Virgen las ‘siguientes palabras. «El Criador de todas las cosas, el Verbo-de Dios, tu Hijo, 6 Virgen, te dma 4 sf; y est dispuesto el trono que te ha de recibir de aqui ‘tres’ dias, 6 Virgen dig- _Misima de toda alabanza. Llena esté de gozo-esta embajada, asi como la ‘primera que te trage, euando,te saludé lena de gracia, aoeess @si;como fué alegrisima aquella entreyista, Porque th sola r “ibneEh tr al Criador que bajaba a la tierra, 3asf ahora te reci ‘todas las cosas, cuando vas al ciclo. Allf serds’ ieee ‘un resplandor refulgente y eterno te iluminard, Scaemee eee fables en compaiifa de Dios tu Hijo, y estards llena de resplandores para siempre. Dios te salve pues, sol refulgentisimo de pureza, alabastro llen{- simo de fragancia indeficiente: Dios te salye, huerto queggermina vida, y produce frutos de inmortalidad. Alégrate, porque derramas, como lo sé por experiencia, luces copiosas sobre los citidadanos incorp6reos' del cie- lo, que te traen esta embajada.s+ Dichas estas palabras, continua el’ Santo diciendo, que el angel entregé 4 su Reina la palma, como sfmbolo de sus ‘lorias imperecederas, haciéndola presente, que era esa la é6rden que Dios le habia dado. (Div. Isidor. Thessalonic., serm. de Deipar. Dormition., Ds ¥A.} £
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