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216 — ‘ edificio de Ja vida Contemplativa, en la cualese habian de ~ 4 ejercitar las almas, que quisiesen unirse 4 Dios en caridad 4 perfecta efi esta vida. Ensefiaba entonces la Virgen que solo por medio de la meditacion continua dela humanidad pas ciente de su Hijo puede él alma arder en deseos de amarlo, y desentenderse absolutamente de las cosas terrenas, elevan- dosé 4 la contemplacion jamds interrumpida de ‘las bellezas infinitas: élla, que tenfa siempre presentes las bellezas divi- nas, qué sé’ ocultan detrés del velo dela humanidad desu. Hijo, era el modelo de aquellas almas, que vivirian como es- taticas, contemplando el amor infinito que Dios nos tiene. Mas" tarde empezariin 4 cubrirse los vérgeles del’ Esposo’ divino de millares de azucenas, que sembrarian’ y cultivarian en todos tiempos las almas insignes que ‘se levantarian en la Iglesia: pero todas ellas, maestras y discipulas, tomarian la — semilla ‘de la pureza de la Reina de las virgenes, en quien el cielo diera el modelo ‘de ja trasformacion omnimoda de si ; mismo en la imigen de Jesus, por la contemplacion ances. ‘ sante de los escesos de su amor 4 las almas. fis ‘i ; Beecher terre sublimidad de la vida interior, "on la ual podemos decir que‘era un verdadero morador del cis / TaS cosds externas y humildes en que se ejercitaba, como habitante atin dé este valle de’ lagrimas. Servia con humildad, con amor, y con reverencia 4 su nuevo hijo el discipulo amado, honrando en él el sublime honor del apos- tolado y del sacerdocio, no teniendo 4 menos la Madre de Dios el ctiidar del diseipulo, despues de haberse: émpleado: tantos afios' en cuidar al Maestro, y hasta’ teniéndose por’ muy dichosa ‘én hacerlo, porque veia répresentado en él al sumo Saderdote: y Obispo" de todas las almas, Jesucristo su Hijo. Beings al propio tiempo la obra de la santifica- cion del’ mundo por medio de la doctrina, del ejemplo ‘y de los beneficios, Maria se ocupaba en ensefiar 4 los ignorantes, en visitar 4 los enfermos y en repartir 4 los pobres el pan que les faltaba, y la gracia de Dios para consuelo de su vida corporal, y para renoyacion de sus almas. 2Quién podré comprender 4 qué punto llegaron los afec- tos del corazon de la Virgen hacia su Hijo, en los afios que a
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