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204 los ojos divinos: veneraban en ella el depdsito de todas las verdades de la religion de su Hijo, como que ella habia sido testigo de todas sus acciones, desde que nacié hasta que murié, y habia oido por tantos afios sus divinos ordculos. Nada podia desconsolar 4 los Apéstoles: porque si alguna duda 6 perplejidad les sobrevenia, no tenian mas que acer- -carse 4 su Maestra, de cuyos labios fluia la verdad y el alivio de sus congojas. Fué por lo mismo esta esposa del Espiritu Santo, quien los amaestré en las disposiciones que habian de tener para recibirlo en sus almas, inspirdndoles la uni- dad de sentimientos, la oracion continua y ferviente y la’ perseverancia en ella, para que secundasen los preceptos de su Hijo, y las oraciones que hacia por ellos en el cielo 4 su © Eterno Padre, 4 quien rogaba que mandase sobre ellos el Paraclito, que los acabase de iluminar, los Ilenase de su gra- cia y virtud, y les confiriese con abundancia sus dones. Y en efecto, los apdstoles y discipulos en union de Maria Santisima y de sus santas compafieras pasaron diez dias en oracion, rogando al Sefior que pusiese el sello 4 las obras de su amor: y al cumplirse los dias de Pentecostés, y encontran- dose todos reunidos en un mismo lugar, vino de repente un -estruendo del cielo, como si soplase un viento impetuoso, y llené toda la casa en que estaban sentados, apareciendo al mismo tiempo unas lenguas como de fuego, que se colocaron sobre cada uno de los que-alli estaban, quedando todos llenos de Espiritu Santo '. A tan inesperado estruendo pro- - ducido en la estacion mas pacifica del aflo, y sin que una sola nube cubriese el firmamento, conmavidse toda la ciu- dad y se precipité hacia el monte Sion, donde se ofa el gran ruido, quedando arrebatados todos de admiracion, al ver que ni el ruido infundia terror, ni el viento impetuoso trastor- naba objeto alguno, y al contemplar aquellas lenguas de fuego que bajaron del cielo al cendculo sin causar estra- gos, y sé posaban sobre las cabezas de cuantos habia en su recinto, sin quemarlos. Mayor fué su asombro, cuando « + ACh -cap.d-v. 1,'2, 34,
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