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cielos como un pergamino! ;Cémo la descubriria el porveni de los tiempos, y las glorias que habia de adquirir s ‘los enemigos de su nombre! El que, cuando acababa de ser en- gendrado en el seno de su Madre, la hizo ver las bendiciones que todas las generaciones Ja habian de dar en la tierra has- ta el fin del mundo, {con qué claridad no la manifestaria, ya gloriosoy triunfante de la muerte, cuanto su religion habia de conquistar en las naciones y cuantos enemigos habia de postrar 4 sus piés? ;Ah! Era Dios quien hablaba, quien con- solaba, quien retribuia, quien regalaba 4 su Madre, antes de separarse de ella para subir al cielo, y haria todo esto con © la munificencia y esplendidez propias de Dios. Dejemos el conocimiento de esto 4 quien lo recibié, y la comprension de la munificencia divina al dador de todo bien, y aprendamos de la rosa de los martires 4 sobrellevar con resignacion las persecuciones de los impios, pues des- pues de las tempestades de la tribulacion vienen los dias se- renos, los de la alegria y del triunfo, cuyo primer momento vale él solo mas que los dias de la tribulacion, por panes y peenesice ane sean. oe ae ee oy. bets La alegre del triunfo. Llegaba entre tanto el dia cuadragésimo de la_resurrec- cion de Jesus, y con él el momento, en que tenia determina- do celebrar su triunfo completo sobre toda la naturaleza vi- sible, franqueando la inmensidad de los espacios y subiendo 4 los cielos. Ya habia cumplido el Hijo de Dios con cuanto su Padre le encargara, enviando 4 sus discipulos como el mis- mo Padre lo habia enviado & él 4 predicar y ensefiar con pa- labras y ejemplo, animandolos 4 dar la vida por la verdad, y & perseverar en la tarea, hasta que llegara el momento de recibir la recompensa; habia entregado tambien 4 San Pe- Gro la Iaves del reino de los cielos, y con ellas el gobierno de sus ovejas y corderos: yé habia asimismo confirmado 4 su pequeiia grey en la fe de su resurreccion, y solo le falta- ‘

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