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193 “ s de mil y mil suspiros exhalados en esta soledad, oximaba el dichoso momento de ver 4 Jesus resucita- ee do y glo oso: sentia la Virgen que se acercaba el cumpli- miento de las profecias, lo que no podia ocultarse al corazon _ dela Madre, por la gracia inefable de que fué revestido en aquellos momentos en que su Hijo, sin romper ni levantar la . losa pesada, ni la puerta de piedra, saliera del mausoléo, mas hermoso su rostro que el sol, y sus vestiduras mas blan- ‘ _ cas que la nieve ‘. ~ En efecto. habia pasado el primer dia de la gran solem- nidad dé los judios y su siguiente ngghe, y empezaba el se ~ gundo de la misma fiesta, primero de la semana, y tercero de la muerte de Jesucristo. La béveda celestial presentaba i en la diéfana, areada de su zenit un ejército de estrellas, que vibrando con fuerzas sus rayos: centellantes , -desterra- _ ban las sombras nocturnas, ‘y matizaban los espacios con lu- » ces suaves: risuefa iba viniendo la aurora, confundiendo - sus tintes de oro con lo azul del cielo, sembrando de mil co- — ~ lores todo el horizonte, y hermoseando las crestas de las mon- taflas, y las mesetas de los cérros: en los sauces de las mar- genes del Cedron estaban ya modulando mil voces de alegria y contento las inocentes avecillas, mientras en los aleros del templo gorgeaba 1 ofensiva golondrina, y henchia el aire con sus arrullos la. , paloma: la naturaleza toda habia ; ‘arrollado e] manto delas tinieblas, y se adornaba con todas" ~ las galas, que la diera el Oriador, y parecia que lés collados — saltaban y los rios aplaudian, cuando hé aqui que, sin tur- darse el gran nu cont que toda criatura sg 4 quien 4 Bs sentencia comun de los dociores eclesidsticos que la Virgen Maria goz6 quizis muchas veces en su vida mortal de la vision beatitica, lo que nada tiene dé extraiio que acacciese en el momento en que el Verbo de Dios: se hizo hombre en su seno virginal, cuando lo did 4 luz en el portal de Bethichem, el dia de su Resurreccion y el desu Ascencion 4 los cielos. Del dia de la Resurreccion.lo cree y 1o dice Santo Tomés de Vi- ; ' Ilanueva en el sermon de esta fiesta con estas palabras: «Crediderim ego, _ necme apinio fallit, divina te tunc fruitioné beatam.» {Qué gracias tan celestia- les no baiiarian y fortificarian 4 la Virgen, para que, siendo viadora, pu- diese gozar de este favor? TOMO I, , 13

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