BCCPAM000542-2-33p02d00000000
178 confusamente toda la ciudad, sin que cese en todas direccio- nes un rumor pavoroso de miles de voces, de toda edad, sexo y condicion; pues todos quieren apoderarse de algun risco del Calvario, para ver 4 su placer morir al gran Pro- feta. jAh! El sacerdote, olvidado de la mesura y grave conti- nente, que lo debe distinguir entre todos los hijos de Abra- ham, va confundido con el populacho, y todos 4 una maldi- cen al inocente reo, porque la Ley anatematiza 4 todo el que muera en la cruz. El anciano, encanecido bajo el yugo del extrangero, y el jéven, que solo aspira junto con su abuelo 4 ver al Mesias, que ha de venir con poder y fuerza, para _ dar riquezas y glorias terrenas 4 la descendencia de Jacob: la doncella, que atin abriga ensu corazon la esperanza de tener la dicha de engendrarlo , y la joven madre que esté amamantando su recien nacido, todos en peso van’ maldi- ciendo al que se ha llamado Hijo de David, sin tener ni ri- quezas, ni grandezas, ni nada de cuanto competia 4 tan alto personage. Entre tanto el instinto feroz inherente 4 las con- mociones de las masas se desarrollaba con toda su fuerza brutal; y mientras los sayones tiraban de la soga del cuello _ por una parte, y los verdugos de la cadena por otra, Jesus cafa por tierra, aplaudiéndolo 4 una voz el inmenso gentio, ' y entre los ecos agudos y argentinos de los clarines, resona- ban las voces de muerte al engafiador, embustero, pertur- bador, y fementido. s Asi iba Jesus atravesando las calles y lanai de Jerusa- lén, para ir 4 dar 4 la puerta llamada Judiciaria, por donde tenia que salir al monte Calvario: en vano intentdé la piado- sa Sefiora franquear aquellas como murallas de carne, que — se movian en todas direcciones 4 la manera de las olas del Océano embravecido; ni era posible dar un paso adelante, porque la modestia y el pudor virginal no se lo permitian, teniendo que contentarse con saber que su Hijo iba no le- jos de ella, pero hendiéndosele el corazon, al llegar 4 sus - oidos los golpes y palos que daban al Redentor, y las blasfe- mias con que lo insultaban, cuando caia por tierra bajo el peso dé la Cruz. Sugiridla al fin el corazon maternal, siem- pre fecundo en recursos para favorecer al Hijo afligido, el i Se
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz