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176 nal como lo fué Pilato, los*testigos inicuos y malvados, y el pueblo todo feroz, ingrato y carnal, llegé Jesus 4 tal estado, que bien pudo decirse de él, que era gusano y no hombre, oprobio de los hombres y desecho de la plebe. Casi cinco * horas se pasaron entre llevar y traer al Redentor de unos tribunales 4 otros, tratandole en una parte de blasfemo y digno de muerte, en otra-de fituo y sin sentido comun} y en otra de plebeyo, que sin miramiento ni reclamacion de la ley podia ser azotado como un esclayo vil y entregado 4 la sol- dadesca, para que se Sine con él con peageneiend co- mo ironia. En esta confiagracion horrenda de toda una nacion con- tra un hombre, no hubo apenas una lengua que pronunciase una palabra, para sostener la inocencia del Justo; como si Jesus hubiese sido el sér mas abominable que hubiera bajo del sol, 6 coma si aquel pueblo, 4 quien tantos favores habia prodigado, y que tantas palabras santas habia oido, no hu- » biera conservado de la naturaleza humana mas que la figura exterior, convirtiéndose en lo demas en raza de hienas. Y en efecto, tales parecian ser las turbas, que contra el dictamen del Jt an que Jesus era peor que un ladron, pues no merecia |en su concepto, que ni por piedad ni por ocasion de la fiesta de la Pascua se le perdonase. la vida. ;Ah! La tnica que entre aquella iinmensa muchedumbre sabia infali- blemente lo que valia Jesus, era su Madre. ;Qué actos de fe herdica no haria, cuando viera que el Criador del cielo, de los angeles y de los hombres era reputado por menos digno de vivir que un ladron y un asesino!. Grande y mayor que la de todos los. Patriarcas fué la fe de Maria Santisima, y era esta, Ja que la sostenia en medio de la calamidad extrema , 4 que su Hijo se habia reducido por su propio querer. Conmovidsela el corazon, al oir los ecos del ministro que lefa la sentenvia de muerte contra su Hijo: horrorizése al oir que el pueblo pedia que muriese Dios y viviese el asesino; y adorando el insondable abismo de los juicios divinos, determiné con sabiduria altisima ser la compafiera de su Hijo en la muerte, ya que lo habia te- nido 4 su lado toda su vida. Mas ;cémo podra franquear las ye
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