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pero ella esté en todas partes, coordinando las cosas, y lle- véndolas 4 su fin, y conduciendo hasta las mismas volunta- des humanas sin violentarlas, ni compelerlas, al fin que ha decretado su sabiduria eterna. Y si esto acaece con las ac- ciones de las criaturas, y en érden 4 la conservacion del mundo visible, con mucha mas razon tenemos que decir, que acontece en todo lo que pertenece 4 la religion, y sobre todo en la ejecucion de las cosas admirables y estupendas, - que habia dsterminado hader mediante la noaraacion de su Hijo. En cuanto hizo el Sefior para preparar el eausinbadiian de esta gran obra de su sabiduria y omnipotencia, es gran- de y admirable, pues estuvo disponiendo las cosas por espa- cio de cuarenta siglos. En ese largo perfodo de tiempo fue- ron los hombres testigos de grandes portentos, de los cuales se servia el cielo para contener 4 los malos en sus miras inicuas, y ponerles un valladar en sus planes de destruccion. Sin embargo, los hombres no veian en esas muestras de la omnipotencia divina mas que dos cosas; una, la realidad de ~ la accion portentosa, que palpaban; otra, el objeto inmedia- to de la maravilla, que consistia en librar al pueblo escogido de los enemigos que habian jurado su avasallamiento 6 su exterminio. Pero habia otro fin conocido del autor de esas maravillas: este fin era conservar al pueblo escogido, y en-— tre sus doce tribus 4 la de Juda, y entre las muchas familias de esta trib: 4 la de David: porque era este gran rey, aquel 4 quien Dios habia prometido con juramento que su semilla habia de durar para siempre, y que su trono tenia que bri- llar como el sol en presencia del Altisimo, y ser para siem- pre hermoso como una luna — pqute no tiene meti-. guante jams'. ‘Dicho esto, casi esté por demas el decir cudn dignos son del amor, de la veneracion y del respeto de todos los hom- bres los nobilisimos progenitores de la Virgen Maria. Joa- quin y Aua son los dos séres destinados por Dios 4 poner la_ 1 Psalm. 88, vy. 36, 87, 38 Ee ere