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que conduces nuestras esperanzas 4 buen fin, nos. das bene- ficios inefables, y con tu mediacion nos alcanzas dones, que apenas,podemos comprender? Tu eres Ja revelacion de los misterios escondidos, ti el complemento de los bienes que esperdbamos; no hay entendimiento, que pueda abarcar lo que ti eres, porque eres el espectaculo que vemos y no com- prendemos; la novedad sorprendente, cuya noticia no tiene igual, y la narracion peregrina celebrada de todas las len- guas. Tu Nevas vestido de cuerpo, al que con solo querer lle- va el mundo; ti eres cielo, mas ancho que los cielos; tu tro- - no queribico, mas explendente que el que forman los serafi- nes; ti trono mas refulgente que el fuego; ti el alcdzar del Rey; ta el taberndculo de Dios; ti templo glorificado, orna- mento levitico, gloria del sacerdocio, complemento de las profecias, expectacion continua de los Patriarcas, y eterno adorno de la naturaleza. Tu eres consuelo de los tristes, con- fianza de los caidos, lengua de los mudos. Ti eres el talamo, del cual saliendo el hermosisimo Hijo de Dios, bafiard toda la tierra con los resplandores deysu divinidad, no habiendo -un solo punto, desde lo mas alto del cielo hasta lo mas bajo de la tierra, 4 donde no llegue la voz de su infinita caridad. Y tambien han de celebrarse con encomio tus maravillas, 6 Virgen vene : cosas gloriosas se han de. decir de ti, y tus grandezas serén conocidas de todos. Todas las gentes serdn bendecidas en ti, te daran mil aplausos, y se alegra- ran, ensalzando tu parto; porque en realidad, ti eres el principio ae los mejores. bienes meh hombre, x la gloria del mundo. » * . ‘ 4 Jacob. Monach., Serm. in Deipar. Visitat.. me XXXIL Be > ee SoS FIN DE LA PRIMERA PARTE. ©

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